y espacio privado".— Jane Jacobs
San Miguel de Allende, Guanajuato. Si lo que a usted realmente le gusta es caminar entre puestos de carnitas o fritangas, este lugar no es para usted. En San Miguel de Allende, Guanajuato, las autoridades parecen tener la peregrina idea de que las aceras deben ser para los peatones y no para puestos de comercio. Para un visitante de la Ciudad de México esa libertad de utilizar las vías públicas tiene un encanto enorme... quizá porque los capitalinos no la tenemos.
Este pasado fin de semana estuve en San Miguel de Allende invitado por el Festival Internacional de Cine de Guanajuato para hablar sobre Franz Kafka a casi cien años de la publicación de La metamorfosis. El GIFF, como se le conoce por sus siglas en inglés, es un importante festival cinematográfico construido de la nada por Sarah Hoch, quien ha colocado a Guanajuato y a San Miguel de Allende en el escenario internacional de la cinematografía. En esta 18ª edición del festival se hizo un homenaje al actor Erick del Castillo y se presentaron numerosas cintas y conferencias, una de ellas la Cátedra Kafka.
San Miguel es una demostración de lo que puede hacer una ciudad que conserva su patrimonio histórico y promueve de manera decidida una vocación turística. El pueblo fue considerado como el mejor destino de México en 2014 por Food and Travel. En 2013 Condé Nast Traveler le otorgó el Readers' Choice Award como la mejor ciudad del mundo.
San Miguel ha impuesto estrictas reglas para impedir la destrucción de su patrimonio arquitectónico. La belleza física del pueblo es consecuencia de este cuidado. Las autoridades sanmiguelenses han logrado también mantener el centro histórico libre de comercio ambulante. Las angostas calles y aceras pueden recorrerse sin tener que sortear los obstáculos impuestos por quienes aprovechan la vía pública para el comercio. También San Miguel ha logrado limpiar sus muros de graffiti. El resultado es un pueblo bello y armónico que genera ingresos turísticos para beneficio de todos.
San Miguel de Allende, con 160 mil habitantes en el municipio y 57 mil en la cabecera, es una población abierta y cosmopolita. Registra 14 mil residentes extranjeros, cifra sorprendente ante el número total de pobladores. La cuidada arquitectura colonial y las calles empedradas lo remontan a uno irremediablemente al pasado. El pueblo cuenta con decenas de pequeños hoteles en casas antiguas que han alcanzado gran popularidad. Yo me quedé en Posada Corazón, de seis cuartos, pero hay muchos otros lugares similares con características distintivas.
San Miguel tiene restaurantes de gran calidad. El Áperi del hotel Dos Casas, que maneja un joven chef llamado Matteo Salas, es simplemente uno de los mejores lugares en los que he comido en mi vida. El San Agustín de la actriz Margarita Gralia es el lugar preferido para quien quiere merendar unos churros con chocolate a precio módico. San Miguel de Allende nos demuestra los beneficios que puede lograr una ciudad al rescatar los espacios públicos para uso público.
La Ciudad de México tiene, al igual que San Miguel, enormes atractivos culturales que atraen a millones de visitantes al año, pero la invasión de los espacios públicos por puestos comerciales propiedad de líderes y políticos se ha convertido en un obstáculo para gozar de la ciudad. Buena parte del centro histórico de la capital está tomada por el comercio informal. Los políticos han encontrado en la venta de espacios públicos una forma de lograr ingresos y respaldos electorales.
Quienes se dicen de izquierda y se oponen a las privatizaciones, paradójicamente, promueven la privatización de los espacios públicos para su beneficio personal. El costo lo paga la población que pierde el uso de espacios que por definición deberían ser públicos.
CHIAPAS RICO
Chiapas debe ser un estado extraordinariamente rico. Sólo así se explica que después de las elecciones federales del 7 de junio se hayan dado el lujo de tener elecciones locales este 19 de julio.
@SergioSarmiento
