A pesar de que el presidente Enrique Peña Nieto quería engalanar su participación en la Conferencia de Cambio Climático de la ONU, en París, con la aprobación de la Ley de Transición Energética (LTE), la industria acerera frustró sus planes.
Se preveía que la ley, congelada desde hace 10 meses en el Senado, fuera aprobada ayer por la Comisión de Energía. No obstante, pese a que los legisladores fueron citados a sesionar a las 15:30 horas, la reunión se fue posponiendo durante la tarde hasta que finalmente se canceló y se convocó para el lunes.
La LTE daría "dientes" al compromiso asumido por el Ejecutivo para que en 2024 el 35 por ciento de la generación de electricidad provenga de energías renovables.
Ayer, senadores del PRI y del PAN estuvieron reunidos por más de cuatro horas con representantes de la industria, quienes no pudieron llegar a un acuerdo sobre los costos y plazos de los Certificados de Energía Limpia (CEL), previstos en la iniciativa de ley, con los que la industria estaría obligada a comprar de no cumplir con las metas, o bien, pagar multas.
La reunión entre legisladores e industriales fue cuestionada por la senadora perredista Dolores Padierna.
"Los industriales estuvieron aquí todo el día, negociando sus intereses, supongo. A esas reuniones los directamente implicados saben a quién buscar", reprochó.
Para las organizaciones medioambientales, la aprobación de la LTE es vital para que México cumpla con sus compromisos de mitigación y adaptación para el periodo 2020-2030, depositados ante Naciones Unidas en marzo de 2015, así como para reducir el riesgo de dependencia energética del exterior y de volatilidad en las tarifas eléctricas.
El principal opositor a la LTE es el sector acerero, que sostiene que sin modificaciones, la ley representa un importante riesgo para la industria y para el bienestar de la sociedad.
En respuesta a un cuestionario, la Cámara Nacional de la Industria del Hierro y el Acero (Canacero) advirtió que desde cualquier métrica, México tiene menores emisiones que China y Estados Unidos, por lo que no resulta congruente que México se comprometa a bajar más sus emisiones.