Las previsiones sobre el dinamismo económico para Estados Unidos (EU) y México en 2015 se han vuelto a revisar a la baja en la primavera. Este es el tercer año consecutivo en que las perspectivas iniciales resultan ser más alegres que la realidad.
Por ejemplo, El Fondo Monetario Internacional (FMI) presentó el mes pasado su informe "World Economic Outlook" con pronósticos para la economía mundial con revisiones respecto a sus expectativas de enero, pero unas fueron a la alza y otras a la baja.
Las revisiones a la alza fueron para la eurozona y Japón, mientras que a la baja fueron para las dos economías que más nos importan, esto es, para EU y México. En el caso de EU el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) pasó de un estimado de 3.6 por ciento en enero a 3.1 por ciento en abril debido al débil comportamiento de su economía durante el primer trimestre.
Esta visión algo menos optimista del entorno económico para el presente año para EU no es exclusiva del FMI. Algo similar ocurre con los pronósticos para varias economías que cada mes aparece en la revista británica The Economist, donde el correspondiente para EU en abril de este año era 3.0 por ciento, mientras que ahora en mayo se ubicó en 2.6 por ciento. Esa cifra sigue representando un desempeño mejor al del 2014, pero no lo suficiente como para convencer de que existe una importante recuperación económica.
Nuestra economía registró también una baja en el crecimiento estimado para 2015. Los datos modestos del primer trimestre, a pesar de que el gasto público creció a un ritmo de doble dígito en ese lapso, ya provocaron la aparición de algunas revisiones sobre los pronósticos anuales para la economía. Cada vez son más las previsiones de una expansión igual o menor al 3 por ciento para 2015.
En enero el FMI anticipaba un crecimiento de 3.2 por ciento y ahora lo coloca en 3.0 por ciento, menor al esperado por nuestras autoridades (3.2 al 4.2 por ciento). Los analistas privados encuestados por Banco de México, por su parte, han revisado varias veces en lo que va del año su previsión de crecimiento, pasando de un 3.3 por ciento en enero a uno de 2.9 en la encuesta más reciente de abril.
El Inegi, por su parte, dará a conocer el jueves 21 de este mes el crecimiento del PIB para el primer trimestre del año, y estimó que lo ubicará entre 2 y 2.5 por ciento. Esta última cifra, de darse, reflejaría cierta mejoría respecto al 2014, pero insuficiente para avalar las expectativas iniciales del gobierno y los analistas respecto a que el PIB crecería entre 3.2 y 4.2 por ciento.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), sin embargo, todavía en estas fechas mantiene su estimación de un avance entre 3.2 y 4.2 por ciento, si bien a fines de marzo revisó a la baja su previsión de punto de un 3.7 a un 3.2 por ciento.
El logro de esta nueva meta requeriría de un dinamismo mucho mayor en lo que resta del año, lo cual considero poco probable, ya que en ese lapso se resentirán los efectos negativos de los recortes de gasto que se anunciaron como resultado del menor precio del petróleo y que, según la información a marzo, todavía no se ponen en práctica.
Lo cierto es que algunas de las premisas oficiales para ese crecimiento no se han dado. Por un lado, EU creció menos a lo esperado en los primeros meses del año, mientras que por el otro, todo indica que no se presentarán en el corto plazo los beneficios estimados por la reforma energética que, en el mejor de los casos, veremos sus primeros frutos quizá hasta la segunda mitad del 2016.
Nuestra economía sigue sin agarrar tracción porque, entre otras razones, las políticas públicas del Gobierno (mayores impuestos, ley de lavado de dinero, etc...) siguen desalentando el gasto de los particulares. Por otra parte, la expansión acelerada del gasto público en los años recientes, ha tenido muy magros efectos sobre la actividad económica.
Es muy probable, por tanto, que la SHCP se verá obligada, por enésima ocasión, a volver a revisar a la baja sus números, ya que para alcanzar aún el 3.2 por ciento de crecimiento del PIB se requeriría una expansión cercana al 4 por ciento durante el resto de 2015, lo que se antoja muy difícil de alcanzar.
Con los elementos de juicio que se tienen en la actualidad se puede concluir que ese nivel de crecimiento no se logrará en lo que resta del año, pero también se puede decir que es muy probable que el avance en su conjunto (entre 2.5 y 3.0 por ciento) resulte ser el mejor desempeño de la actividad económica durante la administración de Enrique Peña Nieto.