Santos Laguna está en todo su derecho de reestructurarse, como lo hacen siempre todos los equipos del mundo, porque los grandes jugadores se acaban o porque tienen que ser cedidos a otros clubes, por razones económicas o por conveniencia de los protagonistas, la diferencia está en que no todo el tiempo quienes llegan y los que permanecen, tienen el mismo nivel de la calidad que aquellos habían mostrado y cuyo estilo se hizo popular y rentable.
Para todo cambio, la afición debe ser preparada para recibir las novedades, pues los favoritos son ya parte del andamiaje popular y no existe un clima de aceptación inmediato, sobre todo si en el nuevo plan no se advierten virtudes que endulcen y recreen las ilusiones del pueblo, pues ya se ve claramente que en su ataque existe gestación, mas no resolutividad y tino y hasta ahora los partidos y los puntos se ganan marcando goles, no por méritos.
Hay jugadores cuya huella queda grabada en paisajes o momentos, más que sus anotaciones o grandes partidos, incluso a veces estar de poco, alcanza para que los amantes del futbol no te olviden en la vida y esos hombres ya se fueron y todos lo sabemos bien. Los que están hoy conforman una plantilla de atletas honestos, que descorchan lo físico pero que están carentes de lucidez futbolística y de aquellos protagónicos, hoy sólo vemos actores de reparto, con un DT con capacidad de trabajo pero sin el material que haga la diferencia.
Una señal de advertencia para que entendamos cabalmente la problemática, han sido los encuentros en casa, porque el TSM dejó de ser el escenario donde todos los rivales temblaban y con horarios a modo, sin la crueldad del sol dominical por la tarde, cualquiera viene y se luce. Y la ilusión de la gente tiene que aplazarse, ahora debe amoldarse a medianías.
Don Pedro maneja como puede la marejada, aunque a veces sus declaraciones chocan con el nivel de inteligencia de cualquier pensante y reflexivo aficionado. Debe aceptar que está en la lucha por hacer un equipo competitivo pero también mostrarse autocrítico en el sentido de que trabaja con lo poco que tiene y decirlo, tal cual es, con las palabras adecuadas, pues pone énfasis en lo físico, en el despliegue de actitud, en el plausible esfuerzo colectivo pero esos son valores básicos y sus chicos no tienen el talento que convoquen alegrías escondidas.
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