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Al Larguero

¿A DÓNDE VAN LOS MUERTOS?

ALEJANDRO TOVAR

Con dedicatoria para CP Ángel Reyes, conocedor como pocos.

Conforme pasaba el fin de semana, los ultrajes al respeto del caído se pronunciaban y el difunto Andrés Mora se veía en foto que daba lástima, porque el tremendo atleta que conocimos, poderoso bateador de Saraperos, Tecolotes y Orioles metía una mirada de honda tristeza, clavado en silla de ruedas, aquejado por una diabetes incontrolable que se lo llevó al otro mundo, a los 60 años, como complemento de la nota de su trayectoria vibrante.

En el fondo, tal vez uno quisiera que los grandes no se terminaran de ninguna manera, menos de esa como Andresito, aunque la ley de la vida es inexorable y todo finaliza un día, cuando Dios quiere.

No deja de doler, porque uno tiene a los ases del deporte señalados en la mente, como una película viva de sus hazañas, donde no envejecen, donde siempre son un recuerdo permanente de plenitud.

Y los casos son reiterados de cuando en cuando, aunque nadie tan castigado por la parca maldita como Cruz Azul que vio irse en tragedias a varios de sus figuras. Primero Miguel Marín, arquerazo de época, con problemas cardiovasculares. A Juan Manuel Alejándrez, lateral derecho y volante, por un cáncer de estómago. Al fenomenal Fernando Bustos, puntero derecho de velocidad, habilidad y una picardía fuera de serie, en accidente automovilístico.

Es una lista que no para. Cesáreo Victorino, volante y extremo izquierdo de gran recorrido y pegada, en un choque cuando viajaba con un grupo de menores que comandaba. Al gran Octavio Muciño, que fue baleado en un bar de Guadalajara. El último en irse fue Javier Guzmán, a quien apodaban "Kalimán", por las proezas realizadas en defensa de su arco. Zaguero central internacional, mundialista en 1970.

El Tampico realizó una gira por pueblos veracruzanos y al jugar en el Higo, un chiquillo de 16 años les hizo dos goles de tiro libre. De inmediato se lo llevaron con ellos. Luego viene Cruz Azul al puerto y ese mismo chamaco le marca par de anotaciones al "Charro" García en pelota parada. Claro, ese era Javier, que luego hizo una gran carrera de títulos en el cuadro cementero.

De toque privilegiado, en 1973 cuando ese trabuco jugó con Torreón, éste los goleó 5-2 y nadie lo podía creer pero tampoco el golazo que Guzmán le hizo a Vizcaíno casi desde medio campo. Con el tiempo, la maldita diabetes hizo que el gran jugador perdiera su pierna derecha y se precipitara hacia la muerte.

¿A dónde van todos ellos y es que acaso juegan en el más allá?

Seguro que no mueren del todo, porque viven todavía en la mente de muchos, el columnista entre ellos.

arcadiotm@hotmail.com

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