Con la presentación de Zubeldía, Santos arriba a un nuevo tiempo con los timbres de la ilusión a todo volumen, con cierta razón, porque el joven técnico argentino cuya carrera como jugador se frustró por grave lesión, ha caminado por senderos exitosos en su poco tiempo de accionar y esta oportunidad en México le representa una oportunidad importante, aunque con el riesgo de no conocer el medio.
De entrada, entre sonrisas y buenos augurios, el DT sabe que toma a un grupo ya integrado y no el deseado por todos, cuando escogen a sus jugadores. "Esto es lo que tenemos y ya", sin alternativas, porque además se presenta cuando la nueva temporada está a dos semanas; es decir, que todo está encima, con la exigencia a la par, porque su equipo sólo tiene un solo camino: el de no fallar de nuevo, pues la gente le volteará la espalda.
Debe entonces la afición de meterse en traje de esperanzas altas, creyendo que los tiempos serán diferentes en el nuevo año, que sus atacantes lo sean realmente y logren concretar, pues la recalcitrante falta de gol fue vital para conseguir tan pobre cosecha de unidades y los hombres de abajo no pueden resistir todo el tiempo. A falta de conseguir un hombre resolutivo, los ojos son puestos en Bravo, que debe serlo en el área y reinventarse porque ha pasado por Dorados y León sin dejar huella, así que debe asirse a este chance con todo lo que pueda, mientras todos esperan que el chamaco Ulises y De Buen se muestren, con todo el resto resucitando de entre los muertos.
Lo que le sobran a Santos son deudas y dudas, pero tiene el legítimo derecho de ser dueño también de las nuevas ilusiones de su gente y suerte, que mucha se va a necesitar.
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