Se supone que la solidaridad nacional comienza por cada uno, en tiempos tan difíciles, mejorando cada cual su labor y llevando el compromiso más adelante de lo común, para de esa forma realmente participar en el cambio. Sin embargo, cuando uno mira los rincones del mismo paraíso siempre prometido y soñado, nunca realizado ni alcanzado que debiera ser nuestro futbol mexicano, termina por convencerse de que la historia deficiente se incrementa con el tiempo.
La imaginación del pueblo es siempre subversiva y busca lo que es posible, mientras que cualquier sistema o sociedad busca lo real y nos intenta convencer de que es lo mejor. Caso concreto la FMF con don Justino y don Decio, que han derogado un pequeño pero significativo artículo de su reglamento y con ello han infestado de extranjeros el medio, "porque ya son mexicanos" y tienen las mismas ventajas que los nativos. El asunto era que los nacionalizados sólo podían jugar como locales al cumplir dos años de recibir sus documentos y no ahora, que lo hacen de inmediato.
Este movimiento se da, desde luego, con la anuencia de los dueños a sabiendas que cortan el camino a sus jugadores, les impiden el desarrollo y crean una fuerza sureña que resulta mejor mantener e incrementar que dedicar mayor inversión a sus fuerzas básicas y de esa manera podemos entender la razón de que haya casi 150 no nacidos en México, dejando de lado aquella vieja regla donde en la cancha sólo podía haber cinco, sean naturalizados o no.
Como se puede ver, la realidad siempre asalta y violenta a la ficción.
Repase los planteles y haga revisión, donde encontrará que el campeón América tiene una decena, que con los señores del regio monte abundan también los forasteros y así puede ver esta negación a la justicia por todos lados, donde abundan los casos patéticos e incomprensibles con un Cruz Azul trayendo a Roque (33) cuyas rodillas están hechas talco y puede sucederle lo mismo que pasó al colombiano Perea, que se pasó seis meses en el hule.
Esta saturación no traerá nada bueno, sobre todo si se determina que un gran porcentaje de los elegidos no tienen la calidad apetecida para sacar al futbol mexicano del nivel de mediocridad donde se ha metido con tantas decisiones de reversa.
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