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Al rescate de lo femenimo

Angélica Fuentes

Vivimos en una sociedad construida y organizada por el hombre y lo masculino, donde han sido ellos los que han dominado las decisiones fundamentales en el terreno de la política y la economía. Pero también es cierto que hemos dejado a un lado el análisis del rol del hombre en el terreno familiar, desestimando sus anhelos para participar con más libertad y tiempo en su vida personal, en el desarrollo de lo emocional, en las actividades familiares, así como en la crianza de sus hijos.

El desequilibrio social del yin y el yang pasa desapercibido. La apuesta no es únicamente que la mujer conquiste el terreno de lo masculino; es necesario el replanteamiento del juego de los roles de género como un todo, donde rescatemos también lo femenino para ambos sexos de tal forma que nos permita complementarnos en la ejecución de todas las tareas, fuera y dentro de casa.

Las estadísticas muestran claramente que siguen siendo los roles tradicionales los que reservan las labores domésticas y la crianza de los hijos para las mujeres y a los hombres los sumergen en largas jornadas de trabajo para cumplir con la función exclusiva de "proveedor". Por generaciones hombres y mujeres nos seguimos apegando a modelos que aunque nos parecen injustos siguen marcando nuestro destino.

Una encuesta de principios del año 2013 realizada a tres generaciones de egresados y egresadas de la Escuela de Negocios de Harvard revela que las expectativas de los estudiantes recién egresados cambiaron con el paso de los años y que su género sí jugó un papel muy importante en su historia de vida. De entrada, es evidente que hay una indicación suficiente sobre los altos niveles de desempeño, talento y ambiciones de cualquier estudiante adscrito a una institución de este nivel, sea hombre o mujer, quienes además externaron aspiraciones profesionales de forma muy similar al salir de la escuela. Sin embargo, al cabo de unos años hubo un cambio en ambas perspectivas, trasladando sus altas ambiciones profesionales a la necesidad de un mayor equilibrio entre éxito profesional y vida personal, aumentando la importancia de la labor familiar y la crianza de los hijos.

La mayoría de las mujeres anticipaban una carrera tan satisfactoria como la que podrían tener los hombres; sin embargo, la realidad fue otra, pues ellos lograron posiciones laborales más altas, sueldos más robustos y se encontraron más satisfechos con sus logros profesionales que sus colegas mujeres, quienes se declararon insatisfechas en lo profesional. En contraste, una vasta mayoría de hombres declaró haber logrado exceder sus expectativas profesionales, pero deseando haber podido mantener un mayor equilibrio entre vida profesional y personal que les permitiera una mayor participación en el desarrollo de su familia y de su vida privada.

La reconciliación de la fuerza femenina del yin y el poder de lo masculino del yang es ineludible para alcanzar un adecuado equilibrio universal, social y del propio individuo, donde sus fuerzas al parecer opuestas son en realidad complementarias cuando se trata de perseguir una sociedad armoniosa.

Lo masculino, relacionado con la fuerza y la parte racional, la iniciativa, la acción, las funciones analíticas del hemisferio cerebral izquierdo, y lo femenino relacionado con la creación, la intuición, el sentimiento, las funciones emocionales y creativas del hemisferio derecho tienen cabida en un mismo individuo. Ya desde el siglo XIX, Gustav Jung habla de ánima y animus para describir los arquetipos femeninos y masculinos en el comportamiento de una misma persona.

Cooperación sobre dominación para romper con los paradigmas actuales que nos mantienen presos del cumplimiento de ciertos roles. Esto nos permitirá equilibrar el yin y el yang, superar los estereotipos y dejarlos atrás, permitiendo que estos pierdan su significado social y no estemos obligados a identificarnos con ellos. Y recordar que detrás de todo estereotipo hay seres humanos con intereses diversos que desean fervientemente tomar el destino en sus manos y complementarse en todos los sectores de la vida social, familiar, emocional, política y económica.

Cooperación sobre dominación, colaboración en lugar de una lucha exclusiva por la igualdad de la mujer en el ámbito laboral o profesional. Es preciso que como sociedad trabajemos en lograr una mayor complementariedad de lo femenino y lo masculino; se vuelve urgente trabajar en ambas perspectivas y con ello asegurar un futuro justo y equilibrado para todos.

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