Al gobierno de Peña Nieto se le acumularon las capas geológicas de muchas décadas de abusos en nuestro país. El fastidio de la población con una casta política corrupta y cada vez más cínica en su manera de robar y de gastar sus ganancias mal habidas, ha llegado a un límite intolerable.
Ya hemos visto demasiado como para ser indiferentes o ingenuos. Los ejemplos abundan: videos que todos hemos visto, grabaciones que todos hemos oído, mansiones, ranchos, yates y hasta aviones privados. Excesos en Las Vegas, departamentos en Miami, NY y hasta en el remoto estado de Utah. Hemos visto las fotos que ellos mismos se toman estrenando autos deportivos y en embarcaciones con mujeres sentadas en las piernas. Se han pasado y lo saben. A pesar de que tengamos un país tan alegre y tan poco organizado para reclamar, este tipo de excesos tiene a la gente cada vez más enardecida. En dónde desembocará esta indignación, es la pregunta más grande del México actual.
Para los estándares de tolerancia de nuestro país, si el asunto de las casas fuese el único bajo sospecha, me parece que los mexicanos con gusto se las regalábamos con todo y mantenimiento. Saldría barato, al lado de los negocios, atropellos y abierta extorsión que cometen tantos presidentes municipales, autoridades policiacas, ministerios públicos, inspectores y otros representantes del pueblo.
El buen nombre o el legado de su gestión es lo que menos les interesa. Lo que les preocupa es que no los sorprendan en sus fechorías. Muestran riquezas, propiedades y un estilo de vida que ni por asomo coincide con el sueldo más alto de la administración pública federal. La impunidad es tan fácil de obtener en México y tienen tanto dinero para contratar a los mejores abogados y unos vacíos legales que la facilitan, que no sólo nos roban, sino que nos hacen perder el tiempo y al final hacernos ver como unos ingenuos.
En todo este drama es necesario reconocer dos cuestiones fundamentales: la prensa nacional y extranjera han hecho una contribución admirable. Ya quisiéramos tener sistemas institucionales de fiscalización y rendición de cuentas la mitad de buenos que el trabajo que realizan los reporteros y analistas de medios. A lo mejor en los hechos no servirá para nada y ante la justicia quedarán impolutos. Pero ante los ojos de la gente que paga sus impuestos y a la que en última instancia le han robado, quedarán como lo que son.
Aunque no surtan ningún efecto legal, lo cual es una vergüenza, las investigaciones y las revelaciones de los medios han sido eficaces para arrinconar a los políticos corruptos, exponer las riquezas inexplicables que poseen y sobre todo para movilizar a la población en el clamor de que ya le paren.
Debemos estar conscientes de que exhibirlos públicamente es sólo el primer paso. Estar conscientes de que su respuesta será la de siempre: compruébenme que he hecho algo ilegal, aunque sea moralmente inaceptable o políticamente repudiable. Por ello, el sistema anticorrupción que necesitamos tiene que conducir a la cárcel y a la devolución de las riquezas que nos han quitado a todos. Solamente el miedo podrá inhibirlos.
(Internacionalista)