Matanza. Con el respaldo del Vaticano, más de un millón de mártires fueron canonizados.
Armenia canonizó ayer al millón y medio de mártires del genocidio cometido hace un siglo por el Imperio Otomano, para lo que contó con la presencia del Vaticano y de las principales iglesias cristianas del mundo.
Las víctimas del "primer genocidio del siglo XX" -como lo definió el papa Francisco, lo que desató las iras de Turquía, que se niega a reconocerlo oficialmente-, fueron proclamadas "mártires" de la Iglesia Apostólica Armenia, la más antigua del mundo.
La canonización tuvo lugar al aire libre a escasos metros de la catedral de Echmiadzin, consagrada en el siglo IV, donde se congregaron los descendientes de las víctimas y decenas de miles de armenios venidos de todos los rincones del mundo.
La mayoría de víctimas del genocidio perecieron durante las deportaciones a los desiertos de Siria y Mesopotamia, donde murieron de enfermedades e inanición, en lo que es considerado el crimen contra la humanidad más grave de la primera guerra mundial.
A partir de ahora, los mártires del genocidio pasan a ser una comunidad espiritual a la que los fieles armenios pueden dirigir sus oraciones.
Los que se salvaron, por sus propios medios o ayudados por misioneros, diplomáticos o sus vecinos turcos, rehicieron sus vidas en la Unión Soviética, Irán, Siria, Estados Unidos, Francia o Argentina, donde integran la célebre diáspora armenia.
La ceremonia solemne fue oficiada en presencia de los restos de las víctimas de las matanzas cometidas entre 1915 y 1923 que fueron reunidos en un solo osario, que será a partir de ahora objeto de culto y peregrinación.