Jerusalén volvió a ser escenario de nuevos ataques cometidos por palestinos en medio de un despliegue de medidas de seguridad sin precedentes y de la colocación de controles y barreras en los barrios árabes.
Cientos de soldados israelíes llegaron a las ciudades para asistir a la policía en la oleada de apuñalamientos y balaceras de palestinos contra civiles, que ha sembrado pánico en el país.
La última agresión ocurrió la tarde de ayer en la estación central de autobuses, un blanco emblemático por ser un lugar concurrido en la parte oeste judía.
Allí, una mujer de 70 años resultó herida de gravedad al ser apuñalada en el estómago por un palestino que fue abatido a tiros por un agente de la Policía de Fronteras.
El suceso se produjo cuando la mujer se disponía a abordar un autobús.
La Policía indicó que el conductor del vehículo abrió las puertas para que la víctima entrara y las cerró antes de que lograra subir el atacante, un palestino unos 26 años, que, según la televisión israelí estaba en libertad condicional por participar en desórdenes.
