Violencia. Un hombre habla por celular minutos después del ataque a una mezquita.
Atacantes suicidas agredieron ayer un par de mezquitas en la capital de Yemen, lo que desató monstruosos estallidos que dejaron 137 muertos en el atentado más letal en contra de rebeldes chiíes, los cuales han tomado control de grandes partes de un país en rápida fragmentación.
Entre los muertos se encontraban al menos 13 niños. Una supuesta filial del grupo Estado Islámico se adjudicó la responsabilidad de las bombas, que también dejaron heridas a 357 personas, lo cual hace surgir la alarmante posibilidad de que el grupo extremista haya expandido su presencia a Yemen luego de haber establecido una filial en Libia. Antes esta semana, el grupo aceptó la responsabilidad de un sangriento ataque a turistas occidentales en Túnez que las autoridades dijeron fue llevado a cabo por milicianos entrenados en Libia.
Si la admisión es cierta -y Estados Unidos expresó escepticismo_ los ataques de ayer viernes serían los primeros del grupo Estado Islámico en Yemen, lo que agregaría una escalofriante capa nueva a la agitación que ya enfrenta el país.
Rebeldes chiíes conocidos como hutis han tomado control de la capital, Saná, y de nueve de las 21 provincias de la nación en los últimos seis meses, lo que ha generado temores de una guerra civil con tintes de sectarismo. El gobierno del presidente Abed Rabbo Mansur Hadi, quien cuenta con apoyo internacional, ha escapado al puerto sureño de Adén.
Yemén alberga a la filial más poderosa de la red Al-Qaeda, que se ha estado enfrentando a los hutis por meses. El viernes, milicianos de Al Qaeda tomaron control de la capital de la provincia sureña de al-Huta, la más dramática adjudicación de territorio por parte del grupo en años. Sin embargo, rechazaron responsabilidad en los ataques con bombas en las mezquitas, y dijeron tener instrucciones del líder del grupo terrorista, Ayman-al Zawahri, de no atacar mezquitas ni mercados.
Las explosiones dejaron sangrientas escenas de devastación en las mezquitas de Badr y al Hashush, localizadas en extremos opuestos de Saná. Ambos templos están bajo control de los hutis, pero son visitados frecuentemente por fieles suníes.
Imágenes mostraron a varios niños entre los muertos. En tomas de tv se ve a los voluntarios utilizar mantas ensangrentadas para transportar a las víctimas mientras niños pequeños yacen en el suelo.
"La sangre corría como un río", dijo Mohamed al-Ansi, y que uno de los estallidos lo aventó dos metros en la mezquita de Hashush, donde había miembros humanos desperdigados.
Las mezquitas fueron blanco de dos atacantes suicidas en las oraciones de mediodía, cuando grandes multitudes van a los sermones. La agencia SABA informó de 137 muertos y 357 heridos. Entre ellos 13 niños, dijo el Ministerio del Interior. Y que un quinto ataque suicida a otra mezquita fue frustrado en Sadá, bastión huti.