Una marcha convocada por grupos de izquierdas y gremios profesionales a favor de la paz en Turquía terminó en Ankara en el peor atentado terroristas de la historia moderna del país eurasiático, con al menos 95 muertos y 246 heridos.
Todo indica que dos suicidas detonaron dos bombas en medio de la muchedumbre, que se había reunido cerca de la estación central de trenes de la capital turca.
Miles de personas se estaban congregando ante la estación de trenes de la capital turca, el lugar habitual para iniciar manifestaciones en esta ciudad.
En medio de cánticos, bailes y bromas en una soleada mañana de sábado dos potentes explosiones sucesivas desataron el pánico entre los congregados, incluidos numerosos periodistas.
Las detonaciones fueron tan fuertes que hicieron estallar las gruesas ventanas del edificio ferroviario y, en segundos, cientos de personas, entre ellos este corresponsal, quedaban salpicadas por una lluvia de restos de cuerpos humanos.
El presidente de Turquía, el islamista Recep Tayyip Erdogan, condenó el atentado, como un "abominable ataque contra la unidad y convivencia", pero agregó que "no se distingue en nada de los actos de terror contra ciudadanos inocentes, funcionarios, policías y soldados", en referencia a las acciones del ilegal Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), la guerrilla kurda.
De igual manera, Davutoglu habló de un "ataque contra toda la nación" y proclamó tres días de luto oficial, dedicados tanto a las víctimas de hoy como a los uniformados fallecidos en ataques del PKK.