El balance del año que termina, nos plantea las tareas a cumplir en el siguiente dos mil diez y seis, en los planos mundial, nacional y regional.
En el escenario global el mayor reto lo plantea el Estado Islámico (ISIS) en el corazón del Medio Oriente, que en los últimos meses ha brindado la oportunidad al presidente Ruso Vladimir Putin mostrar sus aptitudes de estadista a nivel internacional, como líder indiscutido de la coalición antiterrorista frente a un desdibujado Barak Obama, que bajo presión de la opinión pública mundial se ha visto obligado a conseguir resultados de última hora en la reconquista de Ramadi, baluarte de ISIS en Irak.
Ni siquiera el proceso de reanudación las relaciones diplomáticas de los Estados Unidos y Cuba ofrece viabilidad a la pretendida recuperación de la imagen de Obama, en virtud de que resulta inviable en cuanto a frutos que se concreten en una mayor libertad y mejor calidad de vida para los cubanos, mientras sigan gimiendo bajo el régimen criminal de los hermanos Castro, que pretenden reconciliarse con el mundo y con su propio pueblo con un "ustedes perdonen…" como si nada hubiera pasado en estos últimos cincuenta y seis años.
En cuanto al tema de la democracia occidental el desencanto sigue vigente, como lo demuestra el caso de España que por una parte plantea el riesgo de una parálisis debido a la falta de una definición electoral contundente que permita al Partido Popular integrar un nuevo gobierno para los próximos cuatro años, pero que en contrapartida ofrece una gran oportunidad de generar acuerdos entre las fuerzas políticas ibéricas.
En el hemisferio sur de nuestro Continente la democracia duramente azotada por el populismo recibe una bocanada de oxígeno en los resultados electorales que en Argentina han puesto fin a doce años de la era Kirchner, en tanto que en Venezuela la oposición al chavismo hace sonar la primera llamada que anuncia el fin del chavismo y ofrece la gran oportunidad para que todos los hijos de la América Española aprovechemos el espacio de maniobra que nos ofrece el momento mundial, para encontrarnos en un espacio que en el mediano plazo nos permita construir una autodeterminación real y efectiva. El reto es difícil, e implica el empezar por fortalecer nuestra propia identidad.
Los casos recientes de Venezuela y Argentina han puesto a remojar las barbas de Brasil y de otros sistemas regionales más o menos contaminados de populismo, como es el caso de México, en el que el regreso del PRI a la presidencia de la república ha hecho repuntar el clientelismo y la demagogia, al reorientar el gasto público a la compra de votos y conciencias.
Lo anterior significa una gran oportunidad para que los ciudadanos recuperemos el espacio al que tenemos derecho en el sistema democrático, para lo cual debemos dejar atrás el asco por la política y los pretextos con los que solemos encubrir nuestra cobardía y nos convirtamos en líderes capaces de llevar nuestros ideales a la realidad, y de promover el desarrollo (humano, social y económico) y la distribución equitativa de los frutos del crecimiento en paralelo, como dos caras de una misma moneda.
A nivel local los objetivos están planteados. Los ciudadanos del Estado de Durango se aprestan a realizar un proceso electoral de pronóstico reservado, en el que se renovarán las autoridades Estatal y Municipales que incluyen a la Comarca Lagunera de allende el Río Nazas.
En Coahuila es el momento de iniciar la movilización social que desde la base nos permita derribar la estructura política del moreirato en el año dos mil diez y siete, lo que resulta indispensable para salir de la depresión económica y moral en la que nos encontramos. En esa tarea los coahuilenses no podemos esperar porque el tiempo apremia y estamos solos, pues la poderosa Presidencia Imperial de otras épocas, ya no existe.
