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Bienestar humano y sustentabilidad

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

En estos días, he tenido la oportunidad de charlar con mis estudiantes del curso de educación ambiental de la Escuela de Ciencias Biológicas de la UA de C, sobre el bienestar humano y la estrecha relación que tiene con la calidad del medio ambiente y la sostenibilidad de los servicios proporcionados por los ecosistemas. Para entrarle al tema, propuse en primer término la definición de bienestar humano desarrollada por Amartya Sen, un filósofo y economista Bengalí (India) que obtuvo el Premio Nobel de Economía en 1998. Según este autor, el bienestar humano" implica tener seguridad personal y ambiental, acceso a bienes materiales para llevar una vida digna, buena salud y buenas relaciones sociales, todo lo cual guarda una estrecha relación con y subyace a la libertad para tomar decisiones y actuar."

Desde luego, Amartya Sen se extiende en el análisis de cada una de las palabras clave de su definición, sin embargo, quisiera referirme a la parte de los bienes materiales, los cuales muestran una clara y directa relación con el acceso a los bienes y servicios de los ecosistemas. Comenta el autor que tener una buena vida incluye medios de sustento seguros y adecuados, suficientes alimentos y agua limpia en todo momento, alojamiento, vestido, acceso a energía para calefacción y acondicionamiento de aire y acceso a bienes.

La aplicación de estas ideas a nuestro país, plantea por lo menos cumplir con cuatro de los grandes retos que como nación, debieran garantizarse a los mexicanos: la seguridad alimentaria, el acceso a la energía y agua limpia, y el abatimiento de la pobreza, esta última estrechamente relacionada con el cumplimiento de los tres primeros. Desde luego no son los únicos, pero si le buscamos, nos daremos cuenta que fácilmente encontraríamos un efecto dominó con otro retos como el de la salud física por ejemplo.

Sin embargo, cumplir con estos grandes retos no es cualquier cosa y menos si observamos la tendencia del crecimiento de la población mexicana. De acuerdo con algunas proyecciones del Consejo Nacional de Población (Conapo), es muy probable que en 2030 la población llegue a 137 millones de habitantes y que en 2050 sobrepase 150 millones. Significa que habrá una mayor demanda de alimentos y que por tanto, se tendrán que producir más.

Pero como hacerle si el contexto actual nacional presenta restricciones de tierra y agua, esto es, ya no se puede ampliar más la frontera agrícola, ni tampoco podemos continuar sobreexplotando el agua subterránea y superficial. De manera que la situación no es fácil, y además tenemos que pensar no sólo en un modelo de producción más sustentable, sino también, que sea capaz de duplicar la producción de alimentos. Ahí está otro reto.

Por otro lado, el acceso a energía limpia, implica entre muchas otras cosas darle continuidad a lo que pudiera ser otro Programa Especial de Cambio Climático (PECC), que se llevó a cabo durante el sexenio pasado (2006 a 2012) y que según los informes de evaluación de la Semarnat, no sólo consiguió cumplir las propuestas, sino que además, demostró que es posible mitigar el cambio climático y adaptarse, sin comprometer el proceso de desarrollo, e incluso con la obtención de beneficio económico.

De hecho, se asume que México se mantiene en el objetivo indicativo de reducir en un 50 % sus emisiones de GEI al 2050, en relación con las emitidas en el año 2000, lo cual es compatible con una energía moderna y limpia para todos con bajas emisiones de gases de efecto de invernadero.

En cuanto al reto de Agua limpia para Todos, implica no sólo a la demanda de las personas, sino también aquella que requieren los ecosistemas. Mantener sanos los ecosistemas de agua dulce se asocia a la disponibilidad de agua suficiente y limpia. En este sentido, considerar que cada ecosistema de agua dulce necesita una determinada cantidad de agua para poder funcionar, es parte de la solución que tiene que aplicarse. Es un imperativo asegurar el gasto o caudal ecológico que los ecosistemas requieren, y después de esto, cualquier excedente puede usarse. Esto debe quedar claro, ya no se puede pensar en dejarlo para después. Para esto es necesario que la comisión encargada de manejar los recursos hídricos, se avoque a medir el gasto ecológico, la cantidad de agua existente y la que está disponible para su uso, sin afectar las reservas. Sólo así, se garantizará que ningún mexicano se quede sin acceso al agua.

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