— Voltaire
Uno de los errores de la guerra contra el narcotráfico y la política de cero tolerancia que data desde la administración de Richard Nixon (1969-1972), fue el no haber desmantelado eficazmente la estructura logística y financiera de los cárteles.
Ello permitió, por citar un ejemplo familiar, que Joaquín "El Chapo" Guzmán pudiera escapar dos veces de prisión mediante el soborno a la "autoridad" a altos niveles. Guzmán -se rumora que la segunda fuga le habría costado alrededor de cincuenta millones de dólares- lo logró no sólo gracias a las fallas de seguridad nacional y el sistema penitenciario, sino debido a una red de cómplices.
Ello, por supuesto incluye a instituciones y entidades financieras que le han facilitado tanto al "Chapo" como a otros capos y también a criminales de cuello blanco, el lavado de dinero.
Salvadas las comparaciones, algo parecido ocurre con la organización extremista Estado Islámico, quien perpetró los atentados en París, Francia, y que hoy tiene en vilo al mundo tras la amenaza de replicar dicha operación en otras capitales.
Tan sólo el miércoles, el Estado Islámico dio a conocer la ejecución de dos rehenes de nacionalidad china y noruega respectivamente, pues no se habría pagado el rescate exigido hace meses.
Pero no sólo es a través del secuestro como dicha organización financia sus operaciones. También recurren al tráfico de personas, la recaudación ilegal de impuestos, el robo de antigüedades, expolio del crudo y asaltos a instituciones bancarias, entre otras cosas.
Además de obtener recursos que les permitan alcanzar sus fines, a todas luces deleznables, en el caso de Francia la pretensión del Estado Islámico sería provocar una suerte de guerra civil en el territorio. "El linchamiento de musulmanes, los ataques a mezquitas y las agresiones a mujeres con velo, para provocar así una guerra entre enclaves que siembren el fuego y la sangre en Europa, percibida como el punto flaco de Occidente", estiman diversos analistas.
En la opinión de Jihad Yazigi, especialista en terrorismo, los grupos armados prolongan artificialmente los conflictos para seguir recibiendo apoyos económicos del extranjero.
"Esta economía de guerra crea incentivos para diversos individuos y actores que no tendrían interés en que cese el conflicto. A la vez, los nuevos circuitos económicos informales que controlan fuentes energéticas, contrabando, robo y venta de armas, secuestros, impuestos especiales a las minorías religiosas, y los controlados por las autoridades operan sin conexión entre sí", considera.
Sembrar terror, fomentar el sentimiento anti islámico, inocular la creencia -errónea- de que toda la raza musulmana actúa de esa forma y mal interpreta o deforma las enseñanzas de El Corán, e involucrar a las potencias mundiales en una especie de guerra santa, se vislumbran como claras intenciones del Estado Islámico.
Francois Hollande ha dicho que Francia está en guerra y que responderán con la misma o mayor contundencia, embestida que ya comenzó. Otras naciones lo secundan y estarían dispuestas a ir hasta las últimas consecuencias para frenar a un enemigo silencioso que opera desde las sombras.
De escalar el conflicto, ¿cómo y cuándo terminaría? ¿Quién saldría vencedor y a qué costo? Entender a profundidad los conflictos en Medio Oriente es prácticamente imposible, pero respecto al Estado Islámico algo queda claro: el ataque debe ser donde más les duele, en el bolsillo. Urge el desmantelamiento de su estructura financiera. Será muy complicado, pero no imposible.
APUNTE FINAL…
Mi corazón y solidaridad está en Francia y en todos aquellos confines del orbe donde la intolerancia hacia quien piensa distinto es el pan nuestro de cada día. Lo dije hace años, apenado de estar y seguir en lo cierto: la gran enfermedad mental del hombre en este nuevo siglo no será la esquizofrenia, sino el fanatismo".
Nos leemos en Twitter y nos vemos por Periscope, sin lugar a dudas: @patoloquasto