Para Fuundec, en su sexto aniversario de búsqueda colectiva
No son 43, por lo menos hay 26 mil personas víctimas de desaparición forzada en México, del 2006 a la fecha. Ni Ayotzinapa es México, ni Guerrero "el lugar" del problema. Como ha enfatizado Javier Sicilia, el caso de los normalistas de Iguala no puede concentrar toda la atención de la actual crisis de derechos humanos en el país.
Una reducción tal, corre el peligro de facilitar las cosas para los tres niveles de gobierno. A la federación, le beneficia a centrar el problema en un zona en concreto y a privilegiar la atención a un reducido grupo de familiares víctimas. A las autoridades estatales y municipales, les favorece el efecto secundario de invisibilidad de sus respectivas jurisdicciones.
Es sumamente importe evitar el riesgo de reducir la magnitud del problema. No se trata de cantidades, sino de que cada víctima pueda tener acceso a la justicia, que cada actor violento, sea un servidor público o particular, pueda ser identificado; pero sobre todo, que exista la posibilidad de un proceso reparador equiparable al daño causado a cada individuo, a su familia, y a la sociedad a la que pertenece.
Tarea titánica, pero que algunos ya han iniciado. El próximo 19 de diciembre se cumplen seis años de haberse constituido el colectivo Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila (Fuundec). A partir de atender la realidad local, ya tiene una red a nivel nacional, el colectivo Fuundem. No se asume lo local para ponerlo como prioridad al país, sino para colaborar, desde la propia geografía, a resolver de forma integral un problema nacional.
Algunas de las familias que conforman el colectivo se conocieron originalmente a causa de la búsqueda individual de sus desaparecidos. Coincidiendo en lugares como hospitales, Semefo, PRG, Saltillo y la CNDH, se fueron reconociendo a sí mismos como familias que se veían afectadas por la misma situación.
Se reconocieron como iguales, en búsqueda de un ser humano. La capacidad de superar el cerco del individualismo, llevó a tres familias de La Laguna, a vencer el miedo a la denuncia, y a salir del nivel local. Fueron juntos a encontrarse con Raúl Vera, obispo de Saltillo, que fue articulando a las familias que recibía de distintas zonas de Coahuila.
Uniendo fuerzas, este colectivo obligó a la clase política coahuilense (tradúzcase: Moreirato) a reaccionar frente a la problemática de la desaparición forzada, logró incidir en una legislación estatal con respecto al tema. Presionaron, hasta conseguirlo, por un diálogo conjunto entre autoridades federales y locales. Consiguieron destituciones de funcionarios vinculados con desapariciones. Pero sobre todo, lograron que al colectivo se unieran familias de todo el país, que hoy realizan trabajos planeados; cada sector busca y reflexiona a nivel local y nacional.
Hacerse cargo de la indiferencia de la sociedad. En los dos casos, los padres de los 43 estudiantes y el colectivo Fuundec, han tenido que enfrentarse al reto de hacer reaccionar a una sociedad indiferente y desvinculada. Este desafío implica integrar el dolor, la desesperación, la estigmatización y renunciar al derecho de la intimidad. Todo esto, con tal que alguien pueda superar la imperante indiferencia y aislamiento.
La búsqueda nos describe. Mi desaparecido no es prioridad sobre el tuyo. Buscar que los desaparecidos de la Región Laguna sean el primer lugar de cobertura mediática a nivel nacional, sería una rivalidad infructuosa, y demostraría que la tragedia no es capaz de transformar nuestra mentalidad regionalista e individualista.
Buscándolos, podemos encontrarnos a nosotros mismos. Quizá, si por encima de nuestra larga lista de problemas y necesidades personales, somos capaces de colocar el dolor del otro y dejarnos tocar, si hacemos nuestros a los desaparecidos, quizá, nos reencontraríamos como sociedad, y podríamos redefinir el rumbo común en ámbitos humanitarios básicos, económicos, ecológicos, etc. ¡Hasta encontrarnos!
Por ustedes los que nos esperan, por ustedes los que buscan: ¡Nunca más!
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