Estamos por concluir un ciclo más en nuestras vidas y también del Universo entero.
Esa realidad cronológica nos lleva a festejar con las tradiciones de año nuevo y contar y recontar edades, realizaciones personales y familiares, promesas hechas y cumplidas, las que no y todo aquello que representa un ciclo de meses semanas o días. Pero… ¿realmente qué es el tiempo?
La palabra viene de "tempus" y se refiere a un lapso en que se sucedieron hechos, eventos, circunstancias, que estás aconteciendo o que llegarán a pasar. Es la mejor manera que encontramos los humanos para medir nuestras vidas o la diferencia entre esperanza y realidad.
Lo utilizamos para hacer un corte en nuestra vida, una contabilidad de nuestros usos de la vida en lo personal, familiar o social; destacar cumpleaños, días esperados para algún evento particular, hasta ver cumplido un compromiso consigo mismo o con otras personas; pero no tiene una consecuencia especial en ese momento de la medición, en cuestiones de felicidad, bienestar físico y/o material -Usted no se enferma de un momento a otro, salvo pocas excepciones- y sin embargo el concepto nos esclaviza.
El tiempo de vida de los seres humanos sobre el planeta lo podemos contabilizar con el cronómetro -dicen que hace 180 millones de años-, pero hay otros conceptos que requieren medidas diferentes: la tierra tiene aproximadamente 4470 millones de años y se cree que permanecerá, al menos, entre 600 y 1500 millones de años más; o el universal, cuando el Big Bang se inició, entre 10 y 20 mil millones de años atrás, generando espacios y distancias que, para dimensionarlos, lo hacemos en años luz -distancia que se recorre en un año, a la velocidad de 300,000 kilómetros por segundos-en referencia a la posición de nuestro planeta; o el tiempo de Dios -Kayros- que no tiene principio ni fin., de quien se dice, simplemente: ES.
Sigamos comprendiendo el tiempo: nuestra esperanza de vida es de 75 a 80 años, unos más y otros menos, dependiendo de las condiciones en que nos desenvolvimos, así que si Usted quiere entretenerse haga conversiones entre la nuestra y la del universo.
Para nuestro consuelo podemos tomar el tiempo de vida de animales, desde las horas que viven algunos insectos hasta las más prolongadas en animales, como la tortuga.
De cualquier forma, somos una minucia del universo y si nos queremos vanagloriar diciéndonos "reyes de la creación"; siento deber de sembrarle la inquietud sobre la veracidad de lo enunciado, pensando en nuestro desempeño como especie y la fragilidad de nuestros cuerpos.
De la debilidad psico-afectiva y espiritual, mejor ni dialogamos.
Regresando a nosotros mismos, por ahora somos los únicos animales que tenemos consciencia -o imaginamos- quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos; al menos tenemos alguna idea, por vaga que sea. Por eso festejamos.
En cada año que inicia -no se diga en siglo- hacemos el recuento de nuestro concepto de tiempo y a pesar de todo el transcurrido seguimos aferrándonos a cábalas y supersticiones, que con los usos y costumbres repetidos en cada ciclo cumplido nos hemos diferenciado culturalmente.
Los mexicanos somos especialmente creativos en el caso y así encontramos una ocasión más para festejar: "año nuevo, nueva vida", frase que representa propósitos y esperanzas; promesas y compromisos que quizá no atendamos.
Haremos cábalas -del hebreo Kabbalah- que nos reforzarán consciente y subconscientemente para cumplir; es método para predecir el futuro a partir del propio compromiso verbalizado y hasta puesto por escrito, con premios y penalizaciones, según sea el resultado.
También cubriremos nuestro futuro atendiendo las supersticiones: comer doce uvas a partir del último segundo del año que termina, para asegurar la buena suerte en cada mes; utilizaremos alguna ropa interior de color rojo, aunque a últimas fechas han incluido el amarillo, para alejar los malos espíritus e influencias negativas; daremos vueltas alrededor de alguna silla para poder viajar; o salir a la calle con alguna maleta, con el mismo fin.
Comer cerca de la media noche, según costumbre familiar, es condición especial de la conmemoración: tamales, pavo, puerco, bacalao o simple pollo, -según posibilidades económicas- serán base del festejo y lo mismo sucederá con las bebidas, embriagantes o no.
De cualquier forma, además de todo lo descrito, será oportunidad para convivir con la familia y refrendarse amor -a las doce de la noche- entre padres e hijos, hermanos y otros familiares, hasta amigos invitados. Buena acción.
También es el mejor momento para refrendar el agradecimiento a Dios por la vida vivida, a la fuerza universal o a la naturaleza, según su creencia.
Yo le recomiendo haga un acto de conciencia interiorizándose y pensando en que, con todo, la vida es maravillosa.
Mi mejor deseo para éste 2016 que iniciará en unas pocas horas.
ydarwich@ual.mx