Como resultado de las elecciones del 7 de junio, los partidos tradicionales pierden poder frente a fuerzas emergentes, candidatos que alguna vez militaron en sus filas y ciudadanos independientes.
El PRI, el PAN y el PRD perdieron su hegemonía en las tres principales zonas metropolitanas de México, una gubernatura, 3 capitales estatales, más de 50 diputaciones federales y más de 2.5 millones de votos respecto a 2009.
Los institutos políticos grandes son los mayores derrotados de las elecciones federales intermedias.
Frente a ellos, emergieron los candidatos independientes y dos nuevos partidos: Morena, que obtuvo 3.3 millones de votos, y Encuentro Social, que llegó a 1.3 millones.
Además, creció inesperadamente Movimiento Ciudadano, que obtuvo más de 2.4 millones de votos, esto es, 1.5 millones más respecto a 2009.
El Verde y Nueva Alianza, partidos satélites del PRI --con los que el partido gobernante podría construir una mayoría simple en la Cámara de Diputados--, tuvieron ganancias menores.