Monos de peluche “volaron” anoche al campo del Corona. (Ramón Sotomayor)
El león tapatío simplemente no es el rey de la selva. Los Guerreros del Santos tuvieron una cacería sin muchas complicaciones y le regresaron a los aficionados un motivo para sonreír, pero eso sí, sólo uno. Una noche agradable ofreció ayer, sin lluvia ni los famosos "terregales" laguneros, velada que invitaba a los espectadores a asistir al estadio.
Tuvieron que pasar 21 años para que el equipo de la Universidad de Guadalajara volviera a disputar un partido de la primera división profesional en Torreón y se notó la alegría de sus seguidores en esta región, pues un respetable número de camisetas negro y oro se pudieron apreciar en las diversas explanadas del nuevo Corona, que recibió por vez primera al equipo tapatío. Los aficionados albiverdes, por su parte, arribaban con muchos niños, juguetes incluidos.
Y aunque el estadio no es un patio de juegos, sí fue huésped de muchos niños de la mano de sus padres, y con su respectivo peluche en la otra mano. A un primer tiempo escaso de emociones, lo salvó el gol de Rentería que desató los fuegos artificiales ya convertidos en tradición en la casa de los Guerreros, donde con indiferencia recibieron al viejo conocido Marc Crosas. La anotación del "Topo" dio tranquilidad y permitió a los de casa irse aplaudidos al túnel cuando finalizó la primera parte.
En el entretiempo se realizó el Guerretón, donde como siempre, poco caso le hicieron al animador local, pues desde la grada los peluches llovieron antes de dar la cuenta regresiva. Osos, tigres, leones, caballos, pandas, pollos, de todo lanzaron los espectadores para la noble causa a la que convocó el Club Santos.
El nerviosismo estuvo latente en la parte complementaria, pero los Leones simplemente no tienen tino, Fidel Martínez no puede hacer todo solo, y Anangonó es un alivio para las defensivas rivales. Pero fieles a su costumbre, los Guerreros incrementaron el dramatismo conforme se acercaba el minuto 90, pidiendo la hora para cosechar los tres puntos, mismos que Pedro presumió a los aficionados ante una sonora rechifla.
