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Ciudades más humanas

Civitas

CARLOS CASTAÑÓN CUADROS

Dime cómo te mueves, y te diré qué ciudad eres. De esa forma, podríamos resumir y hasta catalogar a tantas ciudades. Así, una característica que defiende a la ciudad es la manera en que sus ciudadanos se mueven. A pie, en bicicleta, en automóvil, o transporte público. La fórmula parece sencilla, pero la combinación hace la diferencia. Hay ciudades que es tan fácil moverse, que no se requiere más que caminar. Otras tan extensas y carentes de transporte público, que el automóvil es un asunto "vital". Ante todo, disfrutamos las ciudades con banquetas anchas y que permiten a la mayoría de sus ciudadanos integrarse por medio del transporte público. En cambio, sufrimos aquellas que sólo saben de carros para moverse. Pero ¿cómo están las principales ciudades de nuestro país?

La semana pasada se publicó el Reporte Nacional de Movilidad Urbana en México 2014-2015. Se trata de un estudio puntual y útil que promueve ONU-Hábitat, para conocer el estado la movilidad en las ciudades del país. Particularmente estudia la integración de las ciudades por la forma en que se mueven los ciudadanos. Aunque hay diferencias en las ciudades mexicanas, se repiten problemas en común: falta de planeación y crecimiento desordenado; profundas carencias en el transporte público; ciudades hechas a la medida de los automóviles, no de las personas; zonas habitacionales segregadas y de baja densidad; escasez de servicios públicos y distancias alejadas de los centros de trabajo. Esas condiciones se alentaron en las últimas tres décadas gracias a una política de vivienda que terminó por provocar un incremento en las distancias, número y costo de traslados. El resultado: un notable detrimento en la calidad de vida de las familias. Como una cosa está conectada con otra, no es extraño que las mismas viviendas tan alejadas de los trabajos, fueron abandonadas por sus propietarios, quienes destinaron hasta 25 % de sus ingresos en movilizarse.

El estudio nos dice: "Mayores distancias, bajas densidades, vialidades e incentivos económicos y culturales tienden a aumentar el parque vehicular privado y a fomentar el uso intensivo e irracional del automóvil. Dicho crecimiento supera ampliamente al de la población. En 2012, la cantidad de vehículos en el país alcanzó los 35 millones de unidades (Inegi, 2014) y el índice de motorización llegó a 300 vehículos por cada 1,000 habitantes, es decir, casi el doble con respecto a los 160 que había en el año 2000.

Bajo esa inercia, las principales ciudades mexicanas fueron diseñadas para dar lugar a los automóviles, no así a las personas. Paradójicamente, la mayoría de las inversiones públicas, fue destinada a la minoría de ciudadanos que se mueve en automóvil, relegando al 70 % de ciudadanos que se mueven a pie, en bicicleta y transporte público. Visto así, la democracia no es solamente el voto, sino las políticas gubernamentales que también generan desigualdad para las mayorías. Un modelo ciudad que promueve como principal medio de movilidad al automóvil no sólo segrega, sino empobrece la ciudad.

Retomo un dato del Reporte sobre las 14 mil muertes anuales que en promedio genera el modelo de ciudad que prioriza a los vehículos automotores: "En México las elevadas tasas de motorización, la prioridad en calles y ciudades para vehículos motorizados y la insuficiente educación vial han contribuido a que los accidentes de tránsito sean la primera causa de muerte en infantes de 5 a 14 años y la segunda en jóvenes de 15 a 29 años; así como la segunda causa de discapacidad motora". ¿En verdad queremos vivir en esas ciudades?

Otro dato más sobre la ciudad del automóvil: "Cada año mueren en nuestro país 14,700 personas a causa de enfermedades asociadas a la contaminación del aire. (Organización Mundial de la Salud, OMS)".

De acuerdo con las recomendaciones del Reporte, "las ciudades deben construirse en torno al concepto de calles completas que consideren los diversos modos de movilidad y que puedan servir como eje para crear comunidades habitables y fomentar el uso mixto del suelo (residencial, comercial, industrial, recreativo y dotacional). Desarrollos de este tipo también permiten hacer un mejor uso de las infraestructuras de transporte existentes".

Si bien, en el Reporte hay datos alarmantes sobre las anticiudades que hemos construido, también hay alternativas que poquísimas ciudades en el país están haciendo. Poco a poco empiezan a aparecer "calles completas" y zonas de baja velocidad (no más de 30 km/h). Y no es casualidad, que políticas bien planeadas, como el sistema de transporte de León, junto a la más extensa red de ciclovías, sean un referente de cómo mejorar las ciudades. Los problemas y el diagnóstico los tenemos, pero nos faltan políticos y ciudadanos visionarios. Dispuestos a construir ciudades más humanas.

El Reporte completo lo pueden leer en http://hazladetos.bicired.org/

Nos vemos en Twitter @uncuadros.

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