Las encuestas y los sondeos, y más tratándose de política, representan una métrica y una ciencia momentánea, cambiante y con amplio margen de error.
Son, por así decirlo, la fotografía de instantes determinados y si no pregúntenle a nuestros colegas y amigos de Grupo Milenio. Por un error desafortunado, a Enrique Peña Nieto, candidato en aquel entonces, le dieron una amplia ventaja que resultó no ser tal.
Como todo en la vida, las encuestas varían, suben y bajan, dan sorpresas. Se han ido sofisticando sí, pero interpretarlas como si fueran el Oráculo de Delfos, sencillamente no se puede y no se debe.
Al escribir estas líneas, Hillary Clinton encabeza las preferencias del electorado rumbo a las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos.
Según la nota aparecida ayer aquí en El Siglo de Torreón, misma que recoge el resultado de una encuesta levantada por la cadena de televisión CNN, más o menos así irían las cosas en este momento con nuestros vecinos distantes. Cito textualmente:
"Ante la pregunta de a quién votarían de ser Clinton la candidata presidencial demócrata en 2016, el 55 % de los encuestados se inclinó por ella, frente al 40 % que lo hizo por el exgobernador de Florida Jeb Bush; el 40 % por el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, y el 42% por el senador por Florida Marco Rubio".
Como lo aseveré y escribí hace más de un año, aquí no hay sorpresas: Hillary Clinton anunciará en las siguientes semanas o meses, su intención de competir por segunda ocasión rumbo a la Casa Blanca.
Intuirlo, de hecho, no me fue difícil. En su más reciente libro, Hard Choices, que narra los cuatro años que pasó como titular del Departamento de Estado, el encargo de mayor poder y visibilidad dentro del gabinete de Barack Obama, la exprimera dama nos ofrecía ya un esbozo de los tiempos por venir:
"El momento para otra decisión difícil llegará muy pronto", escribió Clinton sobre cierta decisión que, de facto, hace mucho está tomada. Sencillamente, como se afirma coloquialmente, quería hacerla de emoción y medirle el agua a los camotes, comenzando con la publicación de un nuevo libro de memorias.
"Decisiones Difíciles" buscó proyectar y refrendar la noción, si es que había duda, de Clinton como una tomadora de decisiones a nivel internacional que sabe de crisis y cómo sortearlas, que cuenta con años de experiencia en puestos ejecutivos y de elección popular, que sabe jugar en equipo y negociar, anteponer intereses en aras de la estabilidad del mundo y que transcurridos los años, pudo mutar de una figura que polariza y divide a los norteamericanos, hasta convertirse en el centro de unión dentro del espectro ideológico, tan diverso al fin, que es la política norteamericana.
Transcurridos los meses desde que el libro apareció en los anaqueles de todo el mundo, pese a la bomba que supuso-minúscula comparada con otras que han enfrentado Bill y Hillary- que la exsecretaria no utilizó una cuenta de correo electrónico oficial del Departamento de Estado durante el tiempo en que fue su titular, pese a eso y más, hoy Hillary Clinton es la puntera.
Cuando haga el anuncio oficial, en cuestión de poco tiempo, aumentará la virulencia de los ataques, la aparición de nuevos escándalos, y sabremos cómo y por dónde juegan sus contrincantes, los nuevos y los de siempre, y claro, la campaña presidencial en sí.
Cambiarán los números. Está por verse si tal como me lo dicen las cifras, junto a la intuición y la tripa, la hoy temprana ventaja de Hillary Clinton no será sólo una fotografía de este momento, y terminará por convertirla en la próxima presidenta de Estados Unidos.
Sin menoscabo ni deseo de arruinar el factor sorpresa y la emoción que supondrá esta campaña, todo me indica que va a ganar. ¿O tú qué piensas, querido lector?
Nos leemos en Twitter, sin lugar a dudas: @patoloquasto
