ENTRADA.- El estado mexicano y su gobierno parecen no haberse dado cuenta del estado que guarda la inseguridad, la anarquía y la corrupción en México. Grupúsculos se atreven a retar al gobierno a sus tres niveles, amenazándolo con impedir a como dé lugar, la realización de las elecciones del próximo mes de junio para renovar la Cámara de Diputados y no pasa nada. Son asesinados jefes policiacos, ediles y ministerios públicos y el país sigue impasible.
Anarcolocos que se hacen llamar "maestros" bloquean carreteras, aeropuertos y casetas de peaje. Corruptos que incendian impunemente edificios públicos se dan el lujo de abandonar y dejar sin clases 1.5 millones de escolapios y tampoco pasa nada.
SOPA.- Los gobiernos de Guerrero, Michoacán y Oaxaca así como el federal, siguen dilapidando los impuestos que con tanto esfuerzo pagamos los mexicanos, para entregarlos puntualmente como sueldos, bonos y prestaciones a esos vagos que se hacen llamar "maestros" y que tienen seis meses sin trabajar. Inútiles cuya misión histórica parece no ser otra, que boicotear la Reforma Educativa en aquellas entidades. Tampoco pasa nada.
Somos un país en donde pueden desaparecer 43 personas sin dejar ningún rastro o huella que permita llegar a su identificación o localización de sus restos mortales. Tumbas clandestinas por todos los rumbos. Miles de desaparecidos que ni sus familias reclaman. Hornos crematorios con hacinamiento de 60 cadáveres tirados en un patio a quienes les fue negado el ínfimo derecho de ser incinerados. Y continúa no pasando nada. Cráneos, cuerpos, pedazos de seres humanos tirados por todas las carreteras, sierras y montes de esta sufrida patria y como si no pasara nada. Huitzilopochtli el terrible dios de la muerte de los aztecas se ha entronizado nuevamente en México.
PLATO FUERTE.- Como consecuencia de toda esta mortandad, la sociedad mexicana en su conjunto se convirtió de un día para otro en el perfecto promotor de la política del avestruz, quien para tratar de no darse cuenta de la realidad que lo rodea, mejor hunde su cabeza en un agujero.
Se han inventado respuestas y muletillas cuando de hablar de muertos y asesinados se trata. "Es un ajuste de cuentas", "andaban con los malandros", etcétera. Esto es, el crimen en México no tiene la menor importancia. El estado no puede localizar menos castigar, a los asesinos sueltos. El crimen ha pasado a ser una simple anécdota, razón de ello la fiesta debe continuar.
Nuestra juventud sigue hipnótica frente a sus teléfonos celulares mandando mensajes a donde quiera que sea ajeno al crimen que impera; las jovencitas salen encantadas en las páginas de las revistas del corazón y en las páginas de sociales en los periódicos como si nada sucediera allá afuera; el Congreso de la Unión continúa en su vorágine de aprobar leyes de transparencia, rendición de cuentas y combate a la corrupción, cierto de que ninguna se cumplirá y que jamás se sancionará a los que las violen; los viajeros mexicanos salen encantados a las playas y centros veraniegos como si en el país no pasase cosa alguna, únicamente rogando que la autopista o el aeropuerto no estén bloqueados por los anarcolocos. Los candidatos a diputados federales realizan sus campañas sin tocar para nada el espinoso asunto del crimen; en voz baja y confidencialmente se habla de los secuestros y la extorsión; todo se ha vuelto chismes y delaciones como único recurso viable para desfogar la enorme frustración y hartazgo que siente la sociedad en su conjunto, a lo cual no encuentra salida si no es actuando como el avestruz.
Los intelectuales, artistas y promotores de la cultura abren exposiciones, presentan obras de teatro, editan y presentan libros, hacen música, la tocan, todo en medio de la mortandad que los rodea.
Todos tratamos de continuar con el ritmo de nuestra vida personal marginando la realidad y sin reconocer el terrible cambio que ha sufrido nuestra sociedad. Pueblos enteros inmersos en la cultura y la economía del narco y el crimen. Unos robando gasolina en los ductos y otros comprándola para venderla en sus propias gasolineras. El dato más duro: a la fecha de 60 mil homicidios dolosos no se ha logrado consignar penalmente ni a 500 asesinos.
POSTRE.- En estas condiciones los mexicanos mejor optamos por sumir la cabeza en un agujero y aquí no pasa nada.
DIGESTIVO.- El martes pasado fueron emboscados y vilmente asesinados 15 policías en Vallarta, Jalisco. Una muestra más de que el crimen organizado reta de frente y abiertamente al estado mexicano sabedor de que quedarán impunes, como los 60,000 ya relacionados. Perdón por la sobria columna de este jueves.