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Contexto lagunero

EL PROGRESO DE MÉXICO

Juan Manuel González

El desarrollo de las naciones está en función directa con la capacidad de sus habitantes para encontrar y poner en práctica estrategias que ayuden a convertir en realidad las potencialidades de quienes pueden, con sus conocimientos y habilidades, transformar la sociedad en términos progreso y de mejoramiento de la calidad de vida.

Desafortunadamente, el origen del desarrollo no fluye de afuera hacia adentro de cada persona; por más programas y asignaciones de recursos para el desarrollo, ello no basta, es preciso contar con el compromiso serio y persistente de quienes han sido llamados a construir las nuevas realidades sociales, académicas y científicas, de quienes pueden y deben aportar su tiempo y su esfuerzo para el bien de la sociedad.

Son muchos los ejemplos que la historia de la humanidad nos muestra sobre la capacidad que tiene el ser humano de poder convertir la potencialidad en realidad y ser referentes para las comunidades donde impactan sus acciones. Las distintas organizaciones han comprendido en las últimas décadas, la importancia que tienen las personas para el logro de los objetivos, han descubierto que las empresas no sólo contratan la mano de obra, sino todo el contexto personal, incluidos sus potenciales de superación de quien ejecuta las tareas.

Las actividades de la vida social, personal y familiar no se quedan en la puerta de la empresa cuando la persona entra a trabajar, son esas circunstancias precisamente las que pueden condicionar el desempeño y la gestión en el trabajo de cada quien. Lo que hagan fuera de la empresa, se refleja en sus resultados dentro de la misma y al revés.

En muchas empresas, aunque no en todas, disponen y organizan una serie de actividades orientadas al crecimiento personal, a la capacitación, al crecimiento laboral y al aprendizaje, pero a final de cuentas, serán las mismas personas quienes deciden si se comprometen o no con los programas de desarrollo que les permitan descubrir sus competencias y habilidades para ponerlas al servicio de la gestión que realizan. Las personas deben tener ganas de crecer y desarrollarse desde dentro de sí mismas, esa es la semilla que al final germina.

Nunca se ha dicho que el crecimiento, el desarrollo y la superación personal sean fáciles, de lo contrario, las cosas que valen la pena de hacerse, cualquiera las haría. El camino hacia la meta, pasa por dificultades que debe superar cada persona que decide comprometerse consigo mismo y tomar el mando de su propia vida; de aquellos que deciden ser los protagonistas de la historia que quieren construir y que no permiten que sus sueños resulten ser una experiencia que no valga la pena ser recordada. Al mismo tiempo, cada meta alcanzada nos prepara para un nuevo desafío, nos da autoconfianza y autoestima y ponemos la mira en una meta siguiente aún más alta.

El futuro nace del pasado y se construye en el presente, cosechamos lo que cada quien siembra y cuando se siembra bien, el resultado, la cosecha, representa también la continua invitación para aceptar las fortalezas actuales y convertirlas en poderosos hilos con los cuales se tejan las realidades que queremos que nos sucedan.

El desarrollo humano es una experiencia que nace, como lo afirma Stephen Covey, "de adentro hacia afuera", todos tenemos la misma oportunidad para convertir nuestras potencialidades en realidades y el mismo desafío para encontrar contextos propicios para hacer que nuestras capacidades sean valoradas por quienes forman parte de nuestro círculo de acción e influencia.

Somos la semilla que está en permanente evolución y crecimiento y en algún momento dejamos de ser un "futuro" para convertirnos en el presente que reclama la oportunidad de continuar imaginando nuevos y mejores escenarios a los cuales llegar. Esa es otra buena noticia, la realidad nunca llega a un final específico, siempre tenemos la oportunidad, si la buscamos, de ser llamados a protagonizar la historia compartida de nuestros equipos de trabajo y contribuir allí con nuestros talentos.

El desarrollo humano es una responsabilidad de cada persona en particular, no es de la organización, es un proceso comprensivo que nos coloca en la disyuntiva de tomar decisiones que nos lleven a descubrir y poner en marcha todas las capacidades que nos permitirán crecer y alcanzar los objetivos que nos propongamos, somos nuestra propia fuerza oculta que puede impulsar nuestro crecimiento.

Las empresas pueden invertir mucho dinero en diseñar y poner en marcha programas muy bien estructurados orientados al crecimiento personal y profesional, pueden contratar a los mejores oradores y conferencistas, pero si no existe el motivo interno, las ganas internas propias de cada individuo que dinamizan y movilizan la voluntad de los participantes, no se obtendrán los resultados esperados.

A pesar de estar condicionados por la comunidad que nos rodea, de estar siempre acompañados y de recorrer los caminos de nuestra historia de vida en compañía de otros, somos nosotros mismos los únicos responsables de lo que nos ocurre; estamos inmersos en las consecuencias de las decisiones que hemos tomado, así nos dediquemos a culpar a las estrellas, a nuestros antepasados o incluso a nuestros jefes o nuestra pareja de lo que nos ocurre.

Es hora de "ponerse en marcha" y asumir con responsabilidad el mando de nuestra vida, de convertirnos en los líderes que transforman la realidad que nos rodea, de aprovechar la función que nos ha sido delegada y construir a partir de ella nuevas oportunidades que promuevan nuestro crecimiento individual, ayudando con ello, como consecuencia, al progreso de México.

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