Hoy casi todos conocemos las redes y servicios de mensajería instantánea los cuales han creado una forma mentis -expresión utilizada en filosofía y psicología y que se refiere al modo de pensar o actuar de una persona o de una gran masa de personas, condicionadas hacia una orientación específica- en este caso al modo y forma de comunicarse-.
Por ejemplo, según los propios datos de Whatsup, en abril de 2014 este servicio contaba con 500 millones de usuarios y cuatro meses después ya tenía 100 millones adicionales.Definitivamente las relaciones humanas cambian sus modos y esto se manifiesta con los niveles de penetración que estos servicios tienen en la sociedad, pues condicionan para bien o para mal nuestra capacidad para relacionarnos con los demás sustituyendo la comunicación presencial por la cibernética.
Que todo lo anterior también influya en el ámbito de los sentimientos, solamente refleja que las experiencias on line provocan reacciones afectivas de unión y de rechazo que refuerzan o destruyen los lazos amorosos. En el año 2013, un estudio de Cyberpsychology que apareció en el Journal of PsychosocialResearchonCyberspace indicó que Whatsup ocasionó que 28 millones de parejas en el mundo (casi el 10% de los usuarios), dieran por finalizada su relación sentimental. Las personas enviaban mensajes y esperaban una respuesta inmediata que nunca llegó, interpretando con ello falta de interés de la otra persona. Hoy, con la nueva modalidad de las dos "palomitas" que indican la comprobación de la lectura del mensaje, la expectativa de respuesta es aún más intensa y la falta de respuesta, mucho más devastadora: "Si ya lo leyó, ¡¡por qué no me contesta!!!"
Fue en noviembre del año pasado que Whatsup llamó la atención mundial habilitando ese sistema que hace posible saber si el destinatario del mensaje enviado lo ha leído o no; si el emisor del mensaje en cuestión ve en la pantalla de su teléfono dos "palomitas" azules, significa que el receptor ha leído el mensaje.
Cuando se estrenó la modalidad de las dos "palomitas" azules en Whatsup, la marca de chocolates KitKat mostraba en sus carteles publicitarios la siguiente leyenda: "Si no te contesto, es porque me estoy tomando un respiro". Y esta leyenda indicaba algo sumamente real: Las personas no están únicamente hechas para contestaciones inmediatas a estímulos inesperados, también están hechas para reflexionar y pensar cuál será su respuesta. Por lo general, las respuestas repentinas, que no cuentan con el apoyo de la reflexión -reflexión que también por lo general va de la mano con la pausa y el silencio meditativo- muy pocas veces dan los mejores resultados.
El Papa Benedicto XVI adelantándose de hecho a las dos "palomitas" azules de Whatsup, poniendo al centro la virtud del silencio, hoy tan olvidada en la comunicación moderna, dijo en su Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales:
"El silencio es parte integrante de la comunicación, sin él no existen palabras con densidad de contenido. En el silencio escuchamos a los demás y nos conocemos mejor a nosotros mismos y con el silencio nace y se profundiza el pensamiento. Cuando callamos permitimos hablar a la persona que tenemos delante, se abre un espacio de escucha recíproca y se hace posible una relación humana más plena. En el silencio se acogen los momentos más auténticos de la comunicación entre los que se aman, los gestos, la expresión del rostro y del lenguaje corporal como signos que manifiestan a la persona. Allí donde los mensajes y la información son abundantes, el silencio se hace esencial para discernir lo que es importante de lo que es inútil y superficial. Por eso es necesario crear un ambiente propicio, casi un "ecosistema" que permita equilibrar silencio, palabra, imágenes y sonidos".
Sin embargo, silencio es una de las palabras que menos comprendemos. Porque el silencio no es sólo abstenerse de hablar, o de emitir ruidos, sino que es algo más profundo y transformante.La palabra silencio se ha ido desgastando con el tiempo, ha perdido su significado más importante. El silencio abarca concentración y reflexión y ello nos lleva a la atención, virtud que nos ayuda a apreciar las cosas en su justa medida.
Por otra parte, para nadie resulta raro ir a un restaurante y darnos cuenta de que, aunque la mayoría de los comensales están acompañados, nadie habla entre sí, ni siquiera el típico "me pasas la sal" que se usaba para romper el silencio e iniciar una conversación. Desde hace varios años, el uso de celular se ha vuelto un vicio y ha modificado la dinámica familiar y las habilidades sociales del usuario. Este fenómeno ha sido bautizado por nuestros vecinos del norte como phubbing, se deriva de la unión de las palabras phone (teléfono) y snubbing (desdeñar, despreciar). Consiste en ser ignorado por la persona que te acompaña porque ésta se encuentra utilizando su teléfono celular.
Ahora aprendemos, nos divertimos, nos comunicamos y nos relacionamos a través de una pantalla y el phubbing se considera una adicción y esta adicción puede provocar ansiedad, trastornos del sueño e incluso ciertos problemas de aprendizaje, ya que nos acostumbramos más a ver una pantalla que a una persona. Para modificar esta conducta viciosa no se tiene que prohibir el uso de celulares, sino más bien a aprender a moderar su uso de manera creativa y fortaleciendo las relaciones sociales. Por ejemplo: