La palabra estilo y su concepto han caído en un desgaste fatal. El concepto mismo de estilo es elusivo, a veces se reconoce, pero no se le puede definir. Pero el estilo es muy personal, es un algo característico, muy propio, de alto valor. ¿Cuántos papás hubieran querido traspasarle a su hijo sus capacidades desarrolladas en cualquier campo: Artístico, artesanal, tecnológico, científico, empresarial, comercial? ¿Por qué fracasan en la mayoría de los casos? Porque el estilo es demasiado íntimo, es inconsciente e intransmisible. Los hijos deben desarrollar su propio estilo.
Al principio, les duele a los papás ver a sus hijos dedicarse a otra cosa, pero al ver la personalidad y el propio estilo desarrollados por sus hijos, los papás se llenan de gozo y orgullo. El estilo es la forma de nuestro yo interior plasmado en lo que hacemos, con todo lo aprendido a hacer. Muy pocas personas con estilo hablan o escriben sobre su estilo. Cuando le pidieron al Toro Valenzuela, beisbolista mexicano, que dijera unas palabras, expresó: "Yo no hablo, yo picho".
El estilo no es imitación. En los campos en donde te limitas a imitar a otros, no puedes realizar el máximo de tu potencial. Todos tenemos muchos campos en donde aceptamos y utilizamos estilos y diseños de otras gentes, eso no tiene nada de malo, ello nos ayuda a desarrollar nuestro estilo propio. Lo malo es permanecer con el estilo de otros. Leonardo Da Vinci decía a sus alumnos: "Si copian un estilo ajeno, dejarán de ser hijos de la Naturaleza", por su parte Schopenhauer decía: Si queremos imitar a otros, vamos a cancelarnos y a violentar casi tres cuartas partes de nosotros mismos".
Cuando Picasso visitó una exposición de pinturas hechas por niños, pinturas frescas, hechas sin restricciones, al verlas dijo: "Cuando yo tenía la edad de esos niños ya pintaba como Rafael, me llevó muchos años aprender a pintar como los niños". Picasso reconoció haber aprendido errores, maneras de pintar de otros. Por muchos años Picasso no fue Picasso, fue otros pintores.
La tragedia de la vida es lo que muere encada uno de nosotros mientras todavía vivimos. Al sólo copiar, echamos por la borda ese montoncito de virtudes originales que nos dieron a todos al nacer. El compositor mexicano Carlos Chávez decía: Arte propio no quiere decir arte cerrado, es bueno que se busque la expresión ajena si es bella y es buena, pero que eso no inhiba la expresión propia". Cuando copiamos, sin darnos cuenta copiamos las formas más restringidas y menos valiosas, porque no se pueden copiar tan fácilmente los estilos naturales, que son las formas más valiosas.
El estilo es nuestra forma de hacer, lo vamos puliendo poco a poco, en un sentido diferente a los demás. Nos sacamos brillo, nos pulimos, nos quitamos lo que no nos corresponde. Todo quehacer, por tradición, posee estilos ajenos a nosotros; al aceptar algunos, rechazar otros y adoptar otras maneras de hacer, vamos elaborando nuestro propio estilo, de manera consciente, el estilo no se da solo. El estilo es producto de una descarada honestidad con uno mismo.
A veces alguien quiere imponer estilos, como cuando Rivera, Siqueiros y Vasconcelos quisieron imponer un estilo "mexicano" de pintar. Cuando en el arte se trata de imponer un estilo, se atenta contra la posibilidad de que el artista excursione dentro de sí mismo para encontrar lo suyo y expresarlo hacia afuera. Uno tiene que desarrollar su propio estilo, separándose de la sociedad para construirlo a solas. Robert Lee Frost -uno de los poetas norteamericanos más populares y respetados por la crítica del siglo XX- decía: "Lo mejor de las personas se da en su separación de la sociedad homogeneizada, no quiero leche homogeneizada, quiero la crema cuando se separa de la leche".
Pero el problema real de encontrar el estilo propio reside en la dificultad para separarte y aislarte sin cortar el alimento del conocimiento material realizado por los demás. La cuestión es mantenerte separado de la sociedad, y al mismo tiempo estar junto a ella. Lo dijo Gandhi: "En asuntos de la conciencia, la ley de las mayorías no tiene cabida". ¡Y vaya que Gandhi tenía su propio estilo!
Procuremos ser nosotros mismos, porque en el quehacer que nos apasione no hay un "deber ser", en nuestro quehacer, cuando realmente encontramos lo nuestro, la persona rompe con el clásico deber ser y lo trasciende. En ese punto ya no se trata de obedecer, nos convertimos en dinamita pura, pero siempre consciente, siempre a nuestro cargo, con el detonador bien controlado.
La persecución para encontrar nuestro quehacer, nuestra pasión, como la persecución de las mejores cosas, debe ser calmada y tranquila. Precisamente por ser las mejores cosas, debemos tener la calma de la persona con prisa.
Encontrar el estilo de uno, en el quehacer que hayamos elegido, es algo que se encuentra despacito, estudiando a grandes personas a quienes se debe intentar imitar, pero al mismo tiempo, es necesario atreverse a ser original, siendo nosotros mismos nuestros más severos críticos.
¡Que te apasiona y emociona? ¿Cuáles son tus sueños? Todos venimos a este mundo con talentos. ¡Ya descubriste los tuyos? ¿En que eres muy hábil? Y la pregunta más importante: ¿Lo estás haciendo? Si respondiste no, ¿Que esperas para lanzarte?