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Contexto Lagunero

RECETA EQUIVOCADA

Juan Manuel González

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) informo que en los últimos dos años dos millones de mexicanos, adicionalmente a los que ya estaban en ese nivel, cayeron en la pobreza. El porcentaje de la población en esa situación pasó del 45,5% en 2012 al 46,2% en 2014, o sea que 55,3 millones de personas son pobres en la segunda mayor economía de América Latina.

Aunque si bien la macroeconomía ha crecido, ello no ha sido suficiente, la reducción de la pobreza sólo se logra con un crecimiento sostenido de la economía en general con incrementos en la productividad y en la generación de nuevas fuentes de empleo.

El índice de pobreza del Coneval mide el ingreso y las carencias sociales, tales como acceso a servicios de salud, seguridad social, alimentación y servicios básicos en la vivienda, la calidad y el espacio en la vivienda y el rezago educativo. Una persona se considera que está por debajo de la línea de la pobreza cuando tenga al menos una carencia social y un ingreso menor al valor de la línea de bienestar. El ingreso es de 2542 pesos ($152 dólares) para el sector urbano y $1614 pesos ($97 dólares) para el sector rural.

De acuerdo con las cifras oficiales, apenas el 20,5% de la población (24,6 millones de personas) se encuentra en la categoría "no pobre y no vulnerable". Hay 31,5 millones de personas que promedian casi dos carencias sociales, por lo que se encuentran en estado de vulnerabilidad.

Los estados del sur del país siguen siendo los más pobres. En Chiapas tres de cada cuatro personas son pobres (76,2%) y casi un tercio de la población se encuentra en pobreza extrema, luego están Oaxaca (66,8%), Guerrero (65,2%) y Puebla (64,5%). Los estados con menores porcentajes son: Nuevo León (20,4%), Distrito Federal (28,4%), Baja California (28,6%) y Sonora (29,4%).

La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos indica que México "Es el único país latinoamericano que registra una tendencia regresiva en materia de reducción de la pobreza". La Organización reporta que los niveles de pobreza no han cambiado en los últimos 20 años "debido a la reducida tasa de crecimiento de la economía y la desigual distribución de los ingresos".

Sólo medida por el nivel de ingreso, la pobreza alcanzaba en 1992 al 53,1% de la población, y ahora llega al 53,2%. Según la OCDE, "La pobreza procede en gran parte del amplio sector informal de trabajos de bajos salarios con una reducida productividad, la falta de acceso a la formación y las limitaciones de las redes de seguridad social".

Para que un país pueda ser sustentable es imprescindible que sus empresas sean sustentables, lo anterior no es posible en un entorno abundante en pobreza. El combate a la pobreza y la lucha por la inclusión, cuando son solamente iniciativas del gobierno basadas en obsequios, carecen de resultados de fondo, no pasan de ser paliativos momentáneos que sólo son útiles efímeramente a quienes los reciben; sin embargo, la Sedesol insiste en que "El camino es el adecuado".

En la última década, los recursos públicos para el combate a la pobreza crecieron más del 160% real, mientras el número de pobres aumentó en 5 millones. Lejos de sólo reconocer la condición lamentable y lacerante de pobreza y marginación en la que viven millones de mexicanos, tenemos que trabajar para cambiar esta realidad. Los programas de desarrollo social, más que ser asistencialistas, deben estar enfocados en detonar proyectos productivos para la población orientados también a disminuir la dispersión y el aislamiento rural.

La responsabilidad en el combate a la pobreza y en logros concretos de inclusión, cuando es compartida por el gobierno y los empresarios, da como resultado que el gobierno cumpla una función iniciadora y de impulso para que los empresarios tomen un rol continuador y consolidador de la política pública generando empleos para que existan oportunidades para todos. En América Latina, el 90% de los empleos son generados por el sector privado, los empresarios son los únicos capaces de materializar las políticas de inclusión que impulsan los gobiernos.

Para generar los empleos y el desarrollo económico que todos queremos para esta región, se pueden aplicar los mismos principios que sugiere la Curva de Bradley que se refiere a la seguridad industrial: liderazgo altamente comprometido, visible y comprensible; un buen sistema de gestión; involucramiento de todos los sectores de manera coordinada; responsabilidad de todos los niveles que participen y monitoreo a través de indicadores de desempeño.

Las recomendaciones de la Curva de Bradley permiten evolucionar para eliminar la falta de involucramiento y para tomar acción, crear compromiso en las personas, ser disciplinados siguiendo reglas y procedimientos, que cada participante asuma su responsabilidad y actúe en base a valores y a trabajar en equipo con metas comunes y esfuerzos coordinados.

Más allá del apoyo que puedan o no dar los gobiernos, para las empresas privadas, la erradicación de la pobreza es un asunto de sustentabilidad y supervivencia, se trata de mejorar y aplicar los recursos humanos disponibles y de convertirlos en aportadores de manufactura y mentefactura siendo también un mercado potencial para sus productos y servicios.

Cada pobre que deja de serlo, se convierte en un motor de progreso, desarrollo y bienestar. En la medida en que las personas salen de la pobreza, en esa misma medida generan ingresos y consumen bienes y servicios mejorando su calidad de vida y expandiendo la economía. La pobreza humilla a México. Los indicadores llevan décadas sin ver mejorías y la batalla se hace cada vez más cuesta arriba. Urge cambiar la receta.

jmgzzc@gmail.com

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