En el imaginario colectivo de nuestro México han quedado para la historia frases grandiosas como las pronunciadas por Juárez respecto al derecho ajeno y la paz, por Guadalupe Victoria cuando se lanzó en pos de su espada en prenda, o por Vasconcelos al crear el lema de la UNAM. De igual manera han quedado dichos desafortunados que también llevan a trascender a sus autores, aunque de formas poco dignas; de los últimos cuarenta años podríamos citar de Echeverría su célebre "ni nos beneficia ni nos perjudica, sino todo lo contrario"; de López Portillo con aquello de "defenderé el peso como un perro" o los tiempos de Fox que arreglaría al país en quince minutos. A estas alturas no atinaría a entender si esas sentencias fueron dichas en momentos menos críticos para el país, o si estaba yo ocupada en otros menesteres de mi vida profesional, marital o materna, el asunto es que no las sentí tan lesivas para mi integridad como mexicana, como la que se acaba de aventar Enrique Peña Nieto en días pasados, en el marco de la ceremonia de instalación del Consejo del Sistema Nacional de Transparencia, al afirmar que con el establecimiento del Sistema Nacional de Transparencia y la Ley Anticorrupción, el Estado mexicano nos está domando, cito sus palabras:
"El Estado mexicano y su sociedad lo que estamos haciendo es domar auténticamente a la condición humana, llevarla por nuevos caminos, estableciendo parámetros, estableciendo límites, controles, obligando a la apertura y a la transparencia."
Y por supuesto, como amante de la palabra escrita, y para no faltar a la verdad, más allá de mi disgusto inicial al percibir que el presidente y su gabinete pretendían domarme como a un bicho cualquiera, recurrí al Diccionario de la Real Academia para agotar las acepciones del verbo "domar", pues quizá en el vasto repertorio de quienes preparan esos discursos haya interpretaciones que mi limitado léxico no abarca. Me topé con esto:
"DOMAR: Sujetar, amansar y hacer dócil al animal a fuerza de ejercicio y enseñanza.
2. Sujetar, reprimir, especialmente las pasiones y las conductas desordenadas."
Efectivamente, aunque la primera acepción tiene que ver con animales silvestres y habría que descartarla, de entrada no lo hice, pues ahora con las últimas reformas parece que a los mexicanos nos han visto cara de mono zarahuato para convencernos de que esos cambios que o no aterrizan, o afectan nuestro bolsillo, son la panacea para todos nuestros males. Dicho esto pido perdón a los zarahuatos chiapanecos a los que en ningún momento pretendo ofender; los mencioné debido a que ellos no tienen por qué saber de economía doméstica, pues estiran la mano, cortan fruta y comen, y para nosotros la cosa es más complicada.
Va la segunda interpretación: "Sujetar, reprimir", aquí sí aprieta el zapato, porque es justo lo que vienen haciendo con los mexicanos, aunque claro, lo que ahora debo entender es que tanta represión obedezca a la elevada misión del aparato de gobierno: "alejarnos de las pasiones y las conductas desordenadas". Paradójico, hay que decirlo, ellos para nada han sido ni pretenden ser transparentes en su desempeño público.
A propósito de domar, me compartieron un video de una función de circo: En la pista se hallan un león y tres leonas junto a dos domadores, y de repente el macho se subleva y amenaza a uno de los domadores, él repele la amenaza con su fuete, pero el león, seguramente cansado de los malos tratos, persiste en su enojo hasta que de un salto cae sobre el domador y lo ataca. Aquí intervienen los ayudantes de circo quienes dirigen un grueso chorro de agua en contra del león el cual, luego de dos o tres momentos en los que parece retroceder, vuelve a atacar al domador, esta vez con más furia, y ahora secundado por dos de las leonas. La tercera leona se muestra indiferente a cuanto sucede, y por supuesto para este momento las gradas han quedado vacías, pues todo el público huyó despavorido. Como coincidió con el discurso presidencial, hice un símil a la vez irreverente pero real, en esta doma por parte del gobierno, látigo en mano, estamos llegando al hartazgo, y si bien la mayoría de los mexicanos hemos sido bastante mesurados en nuestras expresiones, cuando un padre de familia no tenga qué llevar de comer a sus hijos, o cuando se anule la posibilidad de conseguir atención médica para la madre enferma, en ese momento va a despertar el león y atacará con furia en contra de quien lo ha estado fustigando. Difícil aventurar si esta sentencia de EPN será una más para el imaginario colectivo, o estará marcando desde ahora el punto de quiebre en el devenir de nuestro maltrecho México, el despertar del león sometido que ataca con furia, así tenga todos los elementos en su contra.
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