Mis amigos, México vive una profunda crisis en muchos órdenes, que nos obliga a reflexionar a los mexicanos. En lo económico el país está estancado al tener varios lustros con un crecimiento promedio anual del PIB del orden del 2 %, lo cual resulta insuficiente ante la presión poblacional del llamado "bono demográfico".
Arrastra nuestro país una alarmante crisis de seguridad que se manifiesta con los delitos en todos los órdenes, sean estos municipal, estatal y federal.
Aparejado con este problema de inseguridad, viene la crisis institucional que se evidencia con la ausencia de un verdadero Estado de derecho y con la impunidad que se retroalimenta con la corrupción y la crisis del sistema de procuración e impartición de justicia.
El país padece a su vez una crisis de gobernabilidad ante el peso específico que tiene la infiltración del crimen organizado en las instituciones en nuestra incipiente democracia. Esta ingobernabilidad se alimenta también de grupos o poderes fácticos que buscan defender privilegios y no someterse al imperio de la ley y de la competencia, así como otros se niegan a la transparencia y la rendición de cuentas.
En lo social la crisis es tremenda. Son más de 40 millones de mexicanos los considerados como pobres de acuerdo a estándares internacionales.
El sistema de salud pública nacional ha sido rebasado por la realidad de la demanda, además de arrastrar un grave problema de calidad en el servicio. Ya lo he dicho en reiteradas ocasiones, el Seguro Social tiene que tratar a los derechohabientes y a sus familias como personas, y no como animales, como lo hace actualmente.
El sistema educativo nacional es un fraude, ya lo ha dicho y descrito con extraordinario diagnóstico la organización Mexicanos Primero.
La corrupción organizada en los más altos niveles del poder en este país en los distintos órdenes de gobierno es espeluznante. Literalmente es un caso de "película de terror". Cada sexenio los mexicanos vemos que se amasaron fortunas al amparo del poder mientras la función pública, la ASF, la PGR y las distintas autoridades e instituciones que deberían combatir la corrupción no hacen absolutamente nada. Ya lo he señalado, en México nadie va a la cárcel por corrupto, va por traición.
Nuestro gobierno federal arrastra una profunda crisis en las finanzas públicas, derivado de la caída en los precios y el volumen en la producción de petróleo. Además de un crecimiento irresponsable en el gasto gubernamental a costa de la explotación de un recurso no renovable como es el petróleo. En honor a la justicia debe decirse que esta acción irresponsable la inició Fox y la continuaron Calderón y Peña hasta que se acabó "la fiesta del petróleo".
A todo esto debemos sumar la profunda crisis de credibilidad que padece nuestro Presidente de la República. El repudio que tiene el pueblo de la clase política cínica y demagoga que le ha dado la espalda a la sociedad y la aguda desconfianza en la capacidad del gobierno para sacar a México de esta crisis que se ha extendido en forma amplia por todo el país y en el extranjero.
Ante esta realidad el peor error que podemos cometer los mexicanos y nuestros gobernantes es negar la crisis. Atribuir todos los males a causas externas y decir que aquí no pasa nada, cuando todos vemos que sí pasa. Es decir, rehuir la responsabilidad.
Otro grave error sería tomar medidas de burócratas que en lugar de ayudar a salir de la crisis la agudizarán, como ya se han hecho con algunas de carácter fiscal, por mencionar algunas.
Urge entender que la realidad actual demanda decisiones y acciones que refuercen la credibilidad, y ésta debe empezar por la austeridad, y la honradez frente a la crisis. Finalmente, hay que ponerle fin a la cercanía al poder político como factor de "éxito empresarial".
La pregunta sigue siendo: ¿cuándo vamos a empezar a caminar en el sendero correcto en este país? Hoy es la oportunidad.
Twitter: @ClouthierManuel
(Empresario)