El martes de la semana pasada el Ejecutivo Federal presentó al Congreso de la Unión su Paquete Económico para 2016 (Paquete), contenido en los Criterios Generales de Política Económica (Criterios), la iniciativa de Ley de Ingresos y el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación.
El Paquete es el primero elaborado por la administración del Presidente Enrique Peña Nieto (EPN) después de la grave caída en los precios del petróleo en la parte final de 2014 y que se ha mantenido a lo largo del presente año.
Sus previsiones, por tanto, consideran una reducción significativa de los ingresos petroleros del sector público mexicano, no sólo por los efectos de la caída en el precio internacional del hidrocarburo, sino además por un menor volumen de producción por parte de Petróleos Mexicanos.
El Paquete reconoce estas realidades y plantea, por ello, reducir el déficit público de 3.5 a 3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), como resultado de la reingeniería del gasto gubernamental a partir del Presupuesto Base Cero anunciado en enero pasado.
Ante esta situación, es muy probable que las modificaciones al Paquete que realice el Congreso de la Unión no alteren sustancialmente la propuesta del Ejecutivo en materia del precio y del volumen de exportación de petróleo, así como en lo referido al déficit público. Mientras conocemos la versión final de esos cambios, cabe analizar el Paquete, con base en Criterios, en su versión original.
Nuestras autoridades reconocen que una de las fuentes para el crecimiento económico provendrá de la aceleración en el dinamismo esperado en los Estados Unidos (EU). Se prevé que durante 2016 la economía de EU crezca 2.7 por ciento, frente al 2.3 por ciento estimado para 2015, lo que en general coincide con las previsiones de los especialistas.
Para nuestra economía, los Criterios prevén para 2015 un crecimiento de 2.0 a 2.8 por ciento del PIB real, que a estas alturas del año se antoja realista, lo mismo que su expectativa de un avance de 2.6 a 3.6 por ciento en 2016, que es inferior al de 3.3 a 4.3 por ciento que el gobierno consideraba en abril pasado para el próximo año.
En lo que toca a la inflación, Criterios plantea que cierre el año en 3.0 por ciento, lo que podría considerarse algo pesimista, a menos que contemple los primeros efectos de la depreciación del peso sobre el crecimiento de los precios.
En cambio, para 2016 deja el mismo número de 3 por ciento, a pesar de que para entonces habrán desaparecido los beneficios temporales de la eliminación de los cargos por llamadas telefónicas de larga distancia y la reducción discrecional en las tarifas de energía eléctrica. Considero que el año próximo se manifestarán presiones inflacionarias adicionales por la depreciación de nuestra moneda y la inflación superará la meta oficial.
Destaca, además, que las autoridades federales prevén que Banxico elevará su tasa de interés objetivo en 2016, seguramente en respuesta al alza en la tasa de referencia del Sistema de la Reserva Federal (Fed) de EU. Esto hace que en Criterios se ubique la tasa de Cetes en un promedio anual de 3.1 por ciento en 2015 y de 4.0 por ciento en 2016, que se antoja razonable en ambos casos.
El tipo de cambio promedio previsto para 2015 es de 15.6 pesos por dólar y de 15.9 pesos por dólar en 2016. El correspondiente a este año muy probablemente será superior al estimado por el gobierno, mientras que la materialización de la proyección para el año próximo dependerá, en mucho, de la política de tasas de interés de Banxico y de los avances en la contracción del déficit público.
En cualquier caso, lo único cierto es que el precio del dólar difícilmente regresará por debajo de los 15 pesos. Esta depreciación tendrá un efecto positivo al mejorar temporalmente la competitividad de nuestras exportaciones, pero perjudicará con más inflación y una mayor carga de la deuda contratada en dólares por el mismo gobierno y las empresas.
En síntesis, el Paquete es realista en algunas variables y optimista en otras, pero me preocupa que nuestras autoridades planteen un déficit público continuo hasta el 2021, en vez de proponer cómo cumplir el mandato legal de un equilibrio presupuestal.
Por otra parte, resulta muy alegre la previsión de un crecimiento de la economíaentre 4 y 5 por ciento de 2018 al 2021, ya que sobrestima la inversión generada por las reformas (energética y de telecomunicaciones), mientras que subestima los graves obstáculos estructurales (en campos como el laboral, educativo y de regulaciones gubernamentales) que seguirán limitando el dinamismo económico en México.