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Kingo Nonaka, el japonés que participó en la toma de La Laguna

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MANUEL RAMÍREZ LÓPEZ, CRONISTA OFICIAL DE GÓMEZ PALACIO

Segunda y última parte

-¿Por qué ustedes se están matando, mexicanos con mexicanos? Y me contestó:

-Yo soy jefe de un grupo, y nos estamos matando unos a otros de la misma raza, pero ellos pertenecen al ejército federal, a la gente de Porfirio Díaz, el dictador, y para él, los mexicanos no tenemos garantías, ni justicia, ni igualdad, somos esclavos de los ricos extranjeros… para el presidente Díaz que apoya sólo a los extranjeros, los mexicanos no existimos…

-¿Me entendió, mi doctor Nonaka?

-Sí, señor.

Dialogo de Francisco I. Madero con Kingo Nonaka. 6 de marzo de 1911, Casas Grandes, Chih.

'PROHIBIDO PASAR. PELIGRO' - ¡Que peligro ni que la…! Dijo el general Rodolfo Fierro al ver el anuncio cuando pretendía cruzar por un espacio húmedo y lleno de lodazales, ubicado entre las lagunas de Guzmán y la Santa María, cercanas a Nuevo Casas Grandes, Chihuahua. Sin embargo, la tierra cedió y el jinete y su caballo se fueron al fondo, falleciendo el general Fierro, el 13 de octubre de 1915. Por recomendación del general Francisco Villa, el capitán Kingo Nonaka fue llamado para que se trasladara de Ciudad Juárez a Casas Grandes, debido a que se sabía que había aprendido el buceo profundo cuando radicaba en la isla Kyushu, en Japón.

Cuando llegó, el general Manuel González le informó que Rodolfo Fierro tenía dos días de ahogado y que no habían podido sacarlo del fondo de la laguna de Guzmán, y que además, el cuñado de Fierro, coronel Buenaventura Herrán, esposo de Francisca, media hermana de Fierro, ofrecía dos mil pesos al que lo sacara del agua. Kingo Nonaka, después de enfrentar graves dificultades por los remolinos y la fuerte corriente existente, tardó cuatro días en poder encontrar el cadáver explorando a profundidades mayores a 20 metros "el cuerpo estaba boca-arriba, con los ojos abiertos, reflejando la desesperación de no poder salir a flote", escribió Nonaka. Utilizando una soga de 50 metros, logró sacarlo a la superficie, pero el cuñado de Fierro, corrió hacia el cuerpo y antes de que la gente se acercara "empezó a quitarle cuatro anillos de oro con diamantes, pulseras, un reloj y dos víboras de cuero llenas de algo… (Atadas a la cintura y tan pesadas que impidieron que el cadáver flotara), y de inmediato se montó en su caballo y se fue; calculo que había como unas 500 personas observando la escena de rescate". Después, Kingo se presentó con el general González y le preguntó: ¿Quién me va a pagar? "El coronel", le respondió González, pero por más que lo buscaron, Herrán había desaparecido. Como no tenía dinero para regresarse, su compadre Ricardo Nakamura le prestó cien pesos y el general González, otros 150. Ese fue su pago por rescatar el cadáver de Rodolfo Fierro. Allí terminó la historia del principal lugarteniente de Francisco Villa, contada por un protagonista.

Al día siguiente, Kingo recibió las órdenes de atender a 160 heridos de gravedad, pertenecientes a las tropas del general Álvaro Obregón, los cuales llegaron en tren, por el interior de los Estados Unidos. Al otro día, llegó el propio Obregón, quien indignado porque no percibía grandes avances en la atención de los heridos, empezó a regañar a doctores y enfermeras, por lo que consideraba una irresponsabilidad, sin saber que tenían más de 13 horas atendiéndolos, además de siete meses sin recibir un centavo de salario, debido a que los pagadores habían huido con el dinero de los sueldos. Al explicarle la situación, Álvaro Obregón dijo: "Estoy muy apenado con todos ustedes por los hechos, y quiero reconocer su sentido de responsabilidad y darles las gracias por su gran labor…" Después, ordenó que se le entregara a cada uno 100 pesos y empezaron las presentaciones. En su turno, nuestro personaje dijo: "Soy José Nonaka, capitán primero, enfermero de la Cruz Roja y me desempeño en este cargo por órdenes del general Francisco Villa".

Después de dos horas, se terminó el dinero, faltando Nonaka y ocho doctores más de recibir su gratificación. Obregón se comprometió a enviárselas y a resolver su problema salarial. A los ocho días, llegaron 200 pesos para cada doctor y 500 para Kingo Nonaka, en una bolsita de lona, con un oficio del general Álvaro Obregón, felicitándolo por su buen servicio.

Después de la toma de La Laguna, en 1914, Nonaka participaría en la toma de Zacatecas. En 1916, por órdenes de Venustiano Carranza, se regresaron las instalaciones a la Escuela de Agricultura "Hermanos Escobar", por lo que se cerró el hospital "Jesús Carranza", lo que aunado a la derrota de la División del Norte en Celaya, orilló a Nonaka a buscar empleo en el Hospital Civil y Militar "Francisco I. Madero", de Ciudad Juárez, donde se mantuvo hasta 1919. Antes de eso, ante la excesiva carga de trabajo, el mísero salario y la necesidad de atender a su esposa, Petra García Ortega y a sus cinco hijos: María, Uriel, Virginia, José y Genaro, buscó la manera de renunciar a todo y localizar nuevas oportunidades. Sus amigos de campaña y los líderes que admiraba se iban perdiendo. Su estado de ánimo empeoró cuando recibió la noticia, equivocada, de que el general Francisco Villa había muerto en una batalla en Camargo, por lo que se retiró dándose de baja en la División del Norte.

En 1921, se trasladó a Baja California, luego a Mexicali y Ensenada, para radicar, finalmente, en Tijuana, donde se empleó de barbero y en un comercio. En 1923, empezó a dedicarse a la fotografía, instalando un estudio y haciendo las primeras placas conocidas de Tijuana, cuando aún era un pequeño poblado fronterizo. En 1924, recibió su carta de naturalización que lo acreditaba como ciudadano mexicano. Su fama creció y fue contratado por el Departamento de Policía, para captar imágenes de los presos y armar las fichas signalécticas de cada uno. Estudió un diplomado en Fotografía, Dactiloscopía, Criminología y Grafología, en 1933.

En el período de 1923 y 1942, Nonaka tomo cientos de fotografías de la vida cotidiana en Tijuana, que son las únicas que se conocen de los años 20´s., lo que lo convirtió no sólo en pionero de ese giro, sino además en el que más ha contribuido a preservar el patrimonio gráfico de esa ciudad. Asimismo, perteneció a la Logia Masónica de los Elks, y fue miembro distinguido del Cuerpo de Policía de Tijuana. En 1934 creó una escuela de mecánica automotriz, para ayudar a los jóvenes en sus estudios, pero debido a los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial, y a la participación de Japón en el eje Tokio-Berlín- Roma, Nonaka y otros japoneses de Tijuana fueron concentrados en la Ciudad de México. Tiempo después, en la capital de la República fundó, junto con otros doctores, el Hospital Nacional de Cardiología, y luego laboró en el Hospital Muguerza, en Monterrey, Nuevo León. Kingo recibiría a lo largo de su ejemplar y fructífera vida, innumerables reconocimientos y condecoraciones: Como miembro de la Unificación de Veteranos de la Revolución; de la Legión de Honor Mexicana; Condecoración al Mérito Revolucionario y reconocimiento como Veterano.

También recibió la Medalla al Mérito Revolucionario, por su participación en el período 1910-1911 en el ejército maderista; Medalla al Mérito Revolucionario por su participación en el ejército de la División del Norte; Medalla de la Legión de Honor Mexicana como reconocimiento y recompensa por su contribución a la Patria y a la Revolución Mexicana, y Medalla de Condecoración de Veterano de la Revolución Mexicana en el período de 1913-1917. Por su ejemplar desempeño, sería felicitado, en 1967, personalmente, por el presidente Gustavo Díaz Ordaz y por el general Marcelino García Barragán, Secretario de la Defensa Nacional.

José Kingo Nonaka, fue un ciudadano ejemplar que entregó su vida al engrandecimiento de nuestra nación y participó en catorce acciones de guerra, dos con el ejército maderista y doce con la División del Norte, en las que se incluyen las diferentes tomas militares de La Laguna.

Finalmente, Kingo Nonaka falleció a los 88 años de edad, el 8 de octubre de 1977. Sus restos se localizan en el Panteón Jardín, de la Ciudad de México. Le sobrevive su único hijo, Genaro Nonaka García, a quien debemos el conocimiento de este extraordinario personaje que cubrió grandes páginas de la vida

nacional.

ramlom28@hotmail.com

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