Sé valiente, tócate.
Octubre ha sido decretado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el MES DE LA SENSIBILIZACIÓN SOBRE EL CÁNCER DE MAMA. El problema no es para menos, ya que cada minuto muere una mujer en el mundo por cáncer de mama. En México, 15 mujeres mueren diariamente a causa de esta enfermedad. En información del doctor Abelardo Meneses, director general del Instituto Nacional de Cancerología (INCAN), comenta que: "Entre 18 mil a 20 mil casos nuevos se diagnostican cada año de cáncer de mama, y de esas se registran alrededor de cinco mil 600 fallecimientos anualmente y cerca del 70% desafortunadamente llegan en etapas avanzadas. Creo que esos datos reflejan mucho qué es lo que tenemos que hacer, trabajar mucho en educación, en prevención y en lo que es tratamiento". Urge frenar esta pandemia que termina con la vida de tantas valiosas mexicanas. Participemos en la campaña, alentando a todas aquellas mujeres con quienes tenemos contacto a que adquieran conciencia y practiquen la autoexploración de mama, como medida preventiva y de ataque a esta severa enfermedad.
En esta ocasión, y con motivo de la conmemoración del 79 Aniversario del histórico Decreto del 6 de Octubre de 1936, que estableció el reparto de tierras de las haciendas a los campesinos de La Laguna, por parte del gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río, deseamos tratar un asunto por demás importante, y pocas veces analizado, relativo al papel desempeñado por las mujeres rurales en este movimiento social que, sin duda, fue el más relevante, después del proceso revolucionario de 1910, que haya acontecido en nuestra región.
En la sociedad semifeudal de los años previos a la Revolución Mexicana, la mujer era el elemento menos valorado y más vulnerable de la escala humana. El dominio social, económico y político de las grandes élites de poder, encontraba respaldo en la presencia dominante de los hombres en todos los ámbitos de la vida comunitaria y familiar, para mantener una férrea opresión sobre las mujeres. En la lucha por lograr su emancipación, las mujeres encontraron al fin una coyuntura en el movimiento social de 1936, en que el Estado mexicano decidió dar un golpe de timón para terminar con las ruinosas relaciones económicas y sociales que mantenían en la pobreza, la ignorancia y la marginación a miles de mujeres y hombres en el campo.
Con los años, ha quedado claro que el objetivo del presidente Cárdenas, no era solo desmantelar la estructura de poder que controlaba la base económica regional, sino además, y principalmente, transformar el rol de sumisión y marginación que jugaban las humildes mujeres del campo, en un papel protagónico en la nueva etapa que viviría el sector rural de la región. El cambio en las formas de propiedad de la tierra, se habría convertido en un rotundo fracaso, pues el Presidente sabía, que una hazaña de tales dimensiones era imposible si no se hacía descansar en un grupo social que operara la reforma, y que por sus características y sin miramientos empujara la vela del cambio, asumiendo el control y la conducción del proceso.
El sector elegido, fue el de las mujeres en cada comunidad, que sintieron que junto con el reparto de tierras, se presentaba la histórica oportunidad de lograr su emancipación, luchando por una sociedad más igualitaria, sin discriminación y con igualdad de oportunidades. El diagnóstico del campo en esos momentos, era por demás alarmante, pues además del problema de la tierra y la terrible explotación a que eran sometidos los peones de las haciendas, estaba el consumo excesivo de bebidas alcohólicas en toda la región, afectando no solo la economía familiar, sino también las labores agrícolas y las actividades industriales y comerciales, que a pesar de que estaba prohibida la distribución masiva de bebidas embriagantes, en particular dentro de las haciendas, siempre contó con el apoyo y disimulo de las autoridades y propietarios, convirtiéndose en un problema de salud pública, lo que originó la toma de medidas radicales de los tres niveles de gobierno.
Bajo estas circunstancias, Cárdenas aplicó toda la fuerza del Estado para apoyarse en las mujeres, quienes, sin dudarlo, se convirtieron en verdaderas gladiadoras, adalides en la defensa de un plan, en el que estaba contemplada su propia vida, la de sus hijos, y el destino de su comunidad.
Una de las encomiendas que trajo consigo el licenciado Gabino Vázquez, Jefe del Departamento Agrario y responsable de ejecutar el decreto expropiatorio del 6 de octubre, fue movilizar, de manera organizada a las mujeres en la lucha contra el alcoholismo en la comarca, con la finalidad de erradicar poco a poco el fantasma del vicio que asolaba a los jornaleros agrícolas, quienes derrochaban sus escasos salarios en detrimento del bienestar familiar, e independientemente, esa situación alentaba la descomposición en los núcleos poblacionales. El día 18 de octubre de 1936, segundo día del reparto de tierras en la comarca y en particular en Gómez Palacio, se constituyó la primera Liga Femenil de La Laguna en el nuevo ejido "Competencia", con objetivos concretos e inmediatos: el combate frontal contra el alcoholismo; elevar y dignificar la condición de la mujer rural y la de sus familias; vigilar que los ingresos y utilidades generadas en las diversas actividades económicas fueran aplicadas al mejoramiento familiar, impulsando la formación de bibliotecas, cooperativas femeniles para la distribución de bienes de consumo y vestuario, así como el fomento de las actividades culturales.
La decisión del presidente Cárdenas fue la de constituir una Liga Femenil en cada núcleo agrario que se fuera creando durante el proceso del reparto. En su fase inicial, todas las ligas femeniles recibieron máquinas de coser y telas de manta y percal, con el fin de que confeccionaran las prendas de vestir para los integrantes de las familias campesinas, canalizando apoyos de los profesores escolares, quienes asumieron una función de asesoría. La experiencia vivida en el ejido Competencia, cundió como reguero de pólvora. En poco tiempo, y a medida que avanzaba la distribución de tierras, se fueron creando cientos de organizaciones femeniles, que generaron un amplio movimiento social que La Laguna y el país jamás habían experimentado. A las reuniones constitutivas, acudían las madres y sus hijas, además de que se hacían acompañar de los nuevos ejidatarios, a quienes se les motivaba por parte de los funcionarios cardenistas a no frenar el impulso femenil, y mucho menos reprimir las iniciativas encaminadas a mejorar las condiciones de vida de la población en el campo.
En el fondo, Lázaro Cárdenas sabía que era inviable cualquier intento de cambio si la mujer no asumía una participación activa. La base de semejante estrategia, no era otro que impulsar una educación diferente, que alejada de fanatismos y cadenas de control, pudiera convertirse en una fuerza que transformara todas las relaciones sociales en el campo, desde las más elementales relaciones de producción, distribución y consumo, hasta las estructuras educativas, culturales y políticas, buscando democratizar la toma de decisiones, donde la mujer tendría un papel fundamental al empoderarse y asumir las riendas de su propia vida. En muy poco tiempo, en todos los ejidos se fueron introduciendo los molinos de nixtamal, para mecanizar las duras tareas que tradicionalmente realizaban a mano y en metates las mujeres para moler el maíz,; cooperativas de consumo y de producción, donde se distribuían herramientas, alimentos básicos, útiles escolares y ropa; se realizaban campañas en apoyo a la salud, por medio de programas de protección a las madres; cuidados prenatales, vacunaciones, desarrollo de los infantes y estímulos para lograr hogares sanos para el progreso social; introducción de agua potable en los poblados y lavaderos públicos. El proceso incluyó la educación de manera obligatoria para permitir la irrupción de las mujeres en la lucha social y en la correcta dirección de sus hogares: "La participación de la mujer en la lucha social es indispensable para que la Revolución marque su trayectoria ascendente con las nuevas generaciones y para que a la misma, se le guarden las consideraciones a las que tienen derecho", afirmaba Lázaro Cárdenas, cuando hacía la defensa de su política a favor de las mujeres. Estaba convencido de que sin el apoyo gubernamental, sería muy difícil lograr vencer las inercias y resistencias de unas estructuras sociales basadas en el control y sojuzgamiento femenino.
Las mujeres de esa época, supieron aprovechar la inercia que le impuso el apoyo cardenista a la transformación de las relaciones sociales. Sabedoras de que la revolución resolvió solo una parte del problema ancestral de la pobreza y el rezago que las mantuvo sujetas por siglos a la sumisión dentro de las estructuras construidas por y para los hombres, no desaprovecharon esa oportunidad única que se les presentaba.
Han pasado los años y las acciones se hicieron programas; las estructuras se convirtieron en instituciones y los anhelos en leyes. Las nuevas mujeres mexicanas deben enterarse de estos antecedentes para que conozcan y valoren lo que hicieron en su favor sus antecesoras, y se den cuenta cabal de lo sucedido y de cómo se ha ido habilitando gradualmente a la mujer hasta conducirla a la situación de privilegio e igualdad que ahora disfruta, con una participación total y plena en la vida de la nación, teniendo en cuenta que no ha sido a título gratuito, ni por concesiones graciosas, sino a través de arduas batallas por medio de la educación, la tenacidad y el compromiso voluntario que se imponían así mismas, de ser útiles a su Patria.
En esa batalla sin tregua, muchas damas dedicaron sus esfuerzos y desvelos para tratar de alcanzar para la mujer el lugar digno en la sociedad, que legítimamente le corresponde: con igualdad de derechos y respeto a su condición humana. ramlom28@hotmail.com