(Segunda y última parte)
El súbito crecimiento de la población, antigua hacienda de Santa Rosa de Lima, ya conocida como Gómez Palacio desde la última década del siglo XIX, detonó una serie de acontecimientos inéditos que transformaron totalmente su fisonomía original, con una serie de cambios drásticos y relevantes, que la impulsaron a destacar como un verdadero emporio de progreso agrícola y ganadero, industrial y comercial, situación favorable que la hizo sumamente atractiva para la inversión y la ocupación laboral bien gratificada, y en consecuencia apta, para entrar a una etapa de desarrollo dinámico y productivo.
De tales cambios, trataremos de otorgar a nuestros lectores una brevísima visión panorámica, que ofrezca una perspectiva para el recuerdo de quienes vivieron una parte de ellos, y para la sociedad contemporánea, a fin de que los conozca y aprecie, ahora que cada quien hace su propia historia y contribuye al progreso de nuestro amado terruño.
Con la instalación de las grandes industrias, propició se crearan prósperos establecimientos comerciales, en esos tiempos, los más importantes de la región Lagunera. La operación de esos sitios de abasto, generó la necesidad de contar con un medio de transportación para acercar a los habitantes a los centros de consumo y a las fuentes de trabajo. Afortunadamente, ya se contaba con un incipiente alumbrado en las calles, que con sus limitaciones, de mucho servía para disipar las penumbras.
Gracias al empeño y tenacidad de un laborioso grupo de ciudadanos se formó la empresa Compañía Limitada de Tranvías de Lerdo a Torreón, operadora del tranvía de mulitas, iniciando una actividad que resultó muy exitosa, pues en los años del 1898 al 1900, se transportaron más de un millón de personas y se logró manejar más de 18 mil toneladas de carga entre las poblaciones de Lerdo, Gómez Palacio y Torreón. Como este medio de transporte resultó un excelente negocio, la compañía se reorganizó, obteniendo la concesión federal y el permiso para hacer el cambio de tracción animal al sistema motriz de energía eléctrica, bajo la denominación de: Ferrocarril Eléctrico de Lerdo a Torreón, S.A., con dos ramales, Gómez Palacio a Lerdo con extensión de 5 mil 340 metros, que empezó a circular el 3 de marzo de 1901, y cuatro meses más tarde, el de Gómez Palacio a Torreón, que inició labores el 3 de julio de 1901.
Durante más de 50 años, este maravilloso medio de comunicación sirvió de enlace entre la comunidad lagunera, fortaleciendo el tradicional espíritu de unidad, característico de los habitantes de las tres ciudades hermanas, que al impulso de sus diarias vivencias y logros, compartieron alegrías, penalidades, lazos de amistad y satisfactores comunes. El ritmo acelerado de los tiempos y los avances en materia de vehículos a motor, perjudicaron la economía de los tranviarios y el 3 de marzo de 1953, a las 12:00 horas, salió de Torreón la última corrida, para cumplir con su destino final en las instalaciones gomezpalatinas. Paradójicamente, a pesar de que esta empresa se originó en Gómez Palacio, solamente aparecieron en sus nombres oficiales los de las ciudades vecinas, quizá porque la nuestra, es el auténtico corazón de La Laguna.
Igualmente, los mercados públicos forman parte del eje vital de una población, tanto por la necesidad de su existencia, como por ser punto de intercambio social y como un referente del sistema de vida particular de cada conglomerado humano. Es así que el mes de diciembre de 1901 se inauguró el mercado Baca Ortiz, financiando su construcción, un grupo de ciudadanos. Cuando esas personas recuperaron su inversión, el inmueble quedó en propiedad del municipio. Su existencia física, agobiada por una larga serie de situaciones desfavorables, y con sus instalaciones obsoletas y deterioradas, contribuyó a que fuera fácil presa de un incendio que terminó con el inmueble el día 13 de agosto de 1947. Ante la angustiosa situación de los locatarios que perdieron su patrimonio, se recibió el apoyo permanente que otorgó el gobernador de Durango, don José Ramón Valdés, logrando que el inmueble, que ahora conocemos y que lleva su nombre, en honor a sus méritos de funcionario, fuera inaugurado el jueves 7 de septiembre de 1950.
La modernidad llegó a nuestro municipio por la década de los 80´s. Las grandes tiendas departamentales llegaron a entablar un desigual combate con los comerciantes tradicionales, pero motivaron también a los más audaces y progresistas para que se organizaran para hacerle frente a esa competencia. Por los años noventa, los asociados a la Cámara de Comercio de Gómez Palacio ya estaban inmersos en una lucha para lograr un Mercado de Abastos, contando con el respaldo del Gobierno del Estado de Durango a cargo, en ese tiempo, del Lic. José Ramírez Gamero, buscando la finalidad de poderse equiparar con los grandes centros comerciales, procurando el beneficio directo de los habitantes del municipio, y de los productores regionales de bienes y servicios agrícolas. Finalmente, el día 27 de agosto de 1992, se inauguraron las instalaciones de ese gran Centro de Abastos.
También los recintos donde se ejerce la administración pública, han debido adecuarse a las circunstancias que les exige la vida ciudadana. A fines del Siglo XIX, la dependencia encargada de esa importante función, se ubicaba en la esquina de las calles, hoy conocidas como Morelos y Patoni, y era llamada "La Casa Municipal", modesto inmueble donde estaba el juzgado, el corralón de carros del servicio de limpieza y la cárcel municipal. Lugar histórico, donde los rebeldes maderistas laguneros se lanzaron a la lucha armada contra el gobierno porfirista, atacando ese sitio la madrugada del día 21 de noviembre de 1910. Para 1925, las viejas instalaciones, ya siendo Presidencia Municipal, se cambiaron a una casona ubicada por la calle Centenario, frente a la plaza principal, permaneciendo hasta mudarse el año de 1932, a la que fuera residencia de don Santiago Lavín Cuadra, en la avenida Independencia, entre Morelos y Victoria. Finalmente, el día 31 de agosto de 1991, fue inaugurado el actual edificio, ubicado en Fco. I. Madero y avenida Independencia.
Otro de los factores fundamentales del progreso, fue la construcción del camino que unía las ciudades de Torreón, Gómez Palacio y Lerdo, poblaciones a las que antiguamente sólo se podía llegar por breñales y arenales de difícil circulación, bordeando las acequias y caminos laterales. Laguneros de gran visión y determinación, formaron una institución llamada Automóvil Club de La Laguna, tomando las acciones requeridas para gestionar su realización, como fijar cuotas entre los usuarios que tendrían derechos de tránsito por esos caminos, colocando casetas de vigilancia y control en puntos estratégicos. Finalmente, el día 8 de mayo de 1922, se inauguró la calzada que partiendo de la margen izquierda del río Nazas, de lo que hoy es "El Puente Plateado" llegando hasta la avenida Hidalgo, de Gómez Palacio, denominada "La Carretera del Automóvil Club", hoy transitada vía, que con la construcción del puente sobre el río Nazas, inaugurado el día 20 de noviembre de 1931, convirtiéndose nada menos que en nuestro utilísimo y flamante Bulevar Alemán.
Con las obras antes mencionadas y al regularizarse el tráfico ferroviario y construirse la Planta Termoeléctrica Laguna, inaugurada el 7 de junio de 1948, se fortalecía la vocación industrial, con la que nació Gómez Palacio, en formidable signo de identidad y de progreso, conducido de la mano de colosales personaje del agro, de los negocios y la transformación, de la talla de: Juan Ignacio Jiménez, Santiago Lavín Cuadra, Juan F. Brittingham, Miguel Torres, Santiago y Cosme Prince, Óscar Francke, Juan Saucedo, Enrique Sánchez, los Hermanos Ruiz Lavín, entre muchos otros.
Solamente nos faltaba al frente del estado, un político de primer nivel, maestro honesto y diligente de limpia trayectoria, reconocida capacidad e influencia en el difícil terreno de las relaciones con el Gobierno federal, para que con toda eficiencia y voluntad, se operara un cambio radical en todos los campos del desarrollo regional, y con la puesta en marcha del Parque Industrial Lagunero, se fincaran sólidos cimientos para la economía regional, legándonos una herencia hacia la superación, a través del esfuerzo y la participación. Ese gran estadista, fue don Francisco González de la Vega, inolvidable Gobernador de Durango.
Para finalizar esta corta reseña, que lo es, por razones de espacio, en contraste pudiera denominarse "Un largo camino hacia el progreso", porque refleja sólo unas cuantas de las innumerables situaciones de crecimiento y desarrollo que han sido propiciadas por el esfuerzo, la dedicación, tenacidad, trabajo incansable y determinación de todos los que hemos tenido la fortuna de nacer o habitar en este pedazo de tierra, tan entrañable y querido, por todas sus circunstancias, como haber surgido de un páramo, que ocultaba en su seno productividad y bonanza, crisol étnico que fundió las mejores virtudes de quienes lo poblaron, para forjar la noble estirpe de "Los Laguneros", auténticos hombres de bien y de provecho, que dejaron constancia de su hospitalidad al recibir al Padre de la Patria en su camino hacia la muerte y a la gloria en 1811, que respaldaron al "Benemérito de Las Américas", en 1864, en su larga y penosa marcha contra la invasión francesa, encabezando "La República Itinerante", al final triunfante y al igual gloriosa. También supieron abrazar las armas contra la dictadura porfirista en "Las Batallas de La Laguna", con la inmortal epopeya del Cerro de La Pila, en 1914, siendo protagonistas y testigos, de que en los fértiles surcos gomezpalatinos se pusiera en marcha el máximo requerimiento de los campesinos de México: el reparto de la tierra, que el "Tata Lázaro Cárdenas", ilustre prócer de la patria y caudillo de los desamparados, fue el único capaz de rescatar la palabra que tantos empeñaron y que nunca rescataron.
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