Cuando se pierde un ojo

Un golpe fuerte producto de un accidente automovilístico, caída o una simple riña, pueden ser causa de la pérdida de un ojo. Cualquier persona sin importar sexo o edad, está expuesta a sufrirlo.

Pero también un tumor o una infección causada por una bacteria, parásito u hongo, pueden ser las causas de la pérdida del globo ocular, pero en un porcentaje muy bajo.

Felipe de Alba Bessonier, médico oftalmólogo explica que “no se pierde en el sentido ¡ay! se que cayó el ojo, sino de que el ojo sufre una lesión tan grave que a la larga vas a tener que extirparlo, ya sea para evitar un problema en el ojo contrario y por razón estética también”.

El especialista comenta que aunque cualquier persona está expuesta a sufrir este problema, son los jóvenes quienes lo padecen más, sobre todo, por pleitos callejeros y accidentes viales.

En el caso de los deportistas, como beisbolistas, golfistas, jugadores de futbol americano e incluso los boxeadores, están en riesgo de perder la visión al recibir un golpe.

El paciente que por cualquiera de las causas arriba señaladas se encuentre en riesgo de perder su ojo, se debe de tratar de forma inmediata, primero, para salvarle la vida, segundo para conservar la visión y su globo ocular. Además se pretende evitar una enfermedad que rara vez se presenta en la actualidad llamada oftalmia simpática, la cual afecta al ojo opuesto al afectado.

“De hecho antes todos los ojos golpeados, aunque cosméticamente se podían salvar, se extirpaban para evitar la oftalmia, ahora no; ahora tratas de conservar, si no se pudo salvar la visión, tratas de salvar el ojo. Porque si salvas el ojo es más fácil el tratamiento cosmético que se le va a dar después a una persona”, explica el médico.

Al momento que hay un trauma o golpe, lo que los médicos tratan es de salvar todas las partes del ojo y la visión sobre todo. “Si tratas al ojo no se pierde”.

Y es que de esa cirugía dependen las alternativas que se le pueda presentar al paciente para mejorar su apariencia y que su autoestima no se vea tan afectada.

Se trata de cirugías plásticas reconstructivas de órbita. Una de ellas es la enucleación, que consiste en separar el ojo de sus músculos así como el nervio óptico y se pone un implante para remplazar el volumen que se pierde para después hacer una próstesis.

Otra alternativa es la evisceración, que es conservarlo todo pero limpiar el interior para después meter una prótesis. Las alternativas son personalizadas y sobre todo, de acuerdo a las posibilidades económicas del paciente.

Las próstesis también han ido progresando. Primer fueron de vidrio y después, en los años 50’s, se fabricaron de plástico. Hoy en día, se hacen además ese material, de acrílico, de matracrilato y lo más nuevo, de hidroxiapatita, que debido a su material poroso permite que con el tiempo, estos poros se vayan llenando con tejido cicatrizal del cuerpo, lo que permite movilidad y un aspecto más natural.

“Por eso se trata de conservar los músculos para que se vea como que hay un movimiento, normalmente las prótesis están fijas y se les conoce como “'ojo de vidrio'”.

Del apoyo

El médico oftalmólogo señala que el perder un órgano puede influir psicológicamente, más aún si se trata de un ojo. Es por ello que más que una mejor imagen, la circugía reconstructiva puede ser de gran ayuda para su autoestima.

Pero también es importante el apoyo de la familia para que la persona que atraviesa por este duro proceso, pueda salir adelante con éxito.

De Alba comenta que una de las principales recomendaciones que se dan a las personas que cuentan con una prótesis, es tener mucha limpieza y sobre todo cuidar del ojo que se encuentra sano. Para finalizar, el especialista agrega que dichas prótesis pueden durar toda la vida.

“De hecho antes todos los ojos golpeados, aunque cosméticamente se podían salvar, se extirpaban para evitar la oftalmia, ahora no; ahora tratas de conservar, si no se pudo salvar la visión, tratas de salvar el ojo. Porque si salvas el ojo es más fácil el tratamiento cosmético que se le va a dar después a una persona”.

— Felipe de Alba Bessonier,

médico oftalmólogo