a fuerza de devaluaciones para ser competitivo."— Timothy Geithner
Cancún, Quintana Roo. El peso mexicano sigue perdiendo terreno pese a las multimillonarias inyecciones de dólares del Banco de México al mercado cambiario. Pero mientras en nuestro país se cuestiona a las autoridades financieras por permitir la depreciación, al gobierno de China se le critica por devaluar su divisa en un supuesto intento por incrementar la competitividad de sus exportaciones.
Los mexicanos tenemos una visión distinta de las depreciaciones que los habitantes de la mayoría de los países. Ni en Estados Unidos ni en Europa ni en Brasil ni en China la gente común y corriente se inquieta si hay un descenso o un ascenso en el valor de su divisa. Las fluctuaciones en el tipo de cambio son tema de especialistas en inversiones o en comercio exterior, pero no preocupación de las mayorías.
En México el tipo de cambio se ha convertido en uno de los precios más sensibles de la economía. En parte esto se debe a la cercanía con Estados Unidos, pero también al hecho de que en los tiempos en que el valor del peso era fijado por el gobierno las devaluaciones eran el preludio de grandes crisis económicas.
China ha sido acusada en reiteradas ocasiones de devaluar el tipo de cambio del yuan (también llamado renminbi) para ganar competitividad. Una devaluación castiga las importaciones e impulsa las exportaciones por lo que puede ayudar a generar una mayor actividad productiva. Una de las razones de la gravedad de la actual crisis económica de Grecia es el hecho de que con el euro el país no puede devaluar para reducir costos internos y aumentar su competitividad.
En México cargamos con la memoria histórica de un gobierno que consideraba el tipo de cambio como símbolo de fortaleza económica y que, por lo tanto, sólo devaluaba después "de defender el peso como perro": es decir, después de agotar todos los demás instrumentos de política económica. Por eso estamos tan acostumbrados a ver la depreciación del peso como una señal de que se avecina una crisis.
En esta ocasión, empero, la depreciación no ha generado un repunte inflacionario. El índice nacional de precios al consumidor se ubicó en 2.74 por ciento anual en julio, por debajo del objetivo de 3 por ciento anual. Algunos productos de importación sin duda han subido de precio, pero la debilidad del consumo y una tendencia internacional a la deflación han suavizado el impacto. La relación del peso con otras divisas, por otra parte, no ha cambiado. El euro y el yen, entre otros, también se han depreciado.
Sigo pensando que arrojar dólares al mercado no ayudará a estabilizar el peso. Un alto funcionario me explicaba que es mejor usar este recurso hoy porque el alza en la tasa de interés sería la última opción y el problema es de largo plazo. No podemos quemar todo el parque en la primera batalla. El alza en los intereses de Estados Unidos será un proceso que puede durar varios años y traerá consecuencias importantes en la economía internacional. A México y a los países emergentes siempre nos han afectado las alzas en las tasas de interés en la Unión Americana.
Tarde o temprano, sin embargo, la solución es subir los intereses en México, aunque esto no debe hacerse de forma tan pronunciada que ahoguemos el frágil crecimiento. Mientras lo hacemos, debemos estar conscientes de que una depreciación, si bien afecta el poder de compra de los salarios, puede tener también efectos positivos temporales. Por eso un país como China ha ordenado una devaluación en un aparente intento por fortalecer su economía.
SOLEDAD EN LA CORTE
Eduardo Medina Mora se quedó solo. Todos los demás ministros de la Corte decidieron que negar a parejas del mismo sexo la posibilidad de adoptar niños era un acto de discriminación. Medina Mora, quien llegó a la Corte impulsado por Peña Nieto sin tener experiencia como juez o como jurista, fue procurador con Felipe Calderón, quien promovió una acción de inconstitucionalidad contra el matrimonio gay en la ciudad de México
Twitter: @SergioSarmiento