Cuidando a mi mascota
Desde hace cientos de años los perros han acompañado a las familias humanas, la colaboración entre ambas especies comenzó como un intercambio entre protección mutua a cambio de comida y apoyo en labores de caza. Sin embargo, pronto se desarrollaron vínculos emocionales con cada nueva camada, aquellos perros salvajes se domesticaron de múltiples formas, hasta el punto en el que definitivamente pasaron a ser miembros de la familia.
El concepto de 'humanización' ha tratado de ser aplicado a casi todo, los perros y otras mascotas comenzaron a entender órdenes de sus amos, y conforme pasaron los siglos se les asignó un rol cada vez más íntimo dentro de las familias (principalmente las del mundo occidental), donde no pasó mucho tiempo antes de que cada perro tuviera un nombre propio.
Las películas y la mercadotecnia pronto comenzaron a dictar la forma en la que se debía tratar a los caninos en la casa, se catalogaron algunas razas como “amigables” y pronto se popularizaron las llamadas tiendas de mascotas, tener un perro es ahora tan fácil como ir a comprar detergente al mercado.
Sin embargo, es necesario recordar que se trata de animales, seres con instintos y necesidades diferentes a las de una persona, sin importar el país en el que habite. En el afán de 'humanizar' las relaciones con las mascotas, se les ha colocado frecuentemente en diversas categorías, tales como la de sistema de seguridad, objeto decorativo y hasta juguete, en algunos países incluso son símbolo de estatus social dependiendo de la raza.
El reto para el futuro es cambiar esa dinámica con las nuevas generaciones, cuando un perro llega a casa es fundamental explicar a los hijos que se trata de un animal que vivirá junto con humanos, se le deberá de asignar un lugar especial para que duerma, otro para que coma y otro para que realice sus necesidades físicas.
“El problema es que queremos tener perros que se porten como personas, ahí está el detalle casi siempre, tenemos que estar bien conscientes de que el animal va a marcar su territorio, que va a jugar a las mordidas y que va a rascar en el pasto a veces… tenemos que educarnos primero como dueños, luego ya podemos educar perros”, señala el médico veterinario Manuel Antonio Ríos.
GENERANDO RESPETO EN LA 'MANADA'
El especialista indica que una nueva mascota canina significa momentos de juego, de alegría y afecto ilimitado para cualquier familia, pero que también existe una responsabilidad grande para que cada miembro asuma su rol y trate al animal de forma digna y adecuada.
En ese sentido, el veterinario pide a los padres de familia evitar comprar cachorros o razas pequeñas a los niños para cumplir con alguna necesidad de tener juguetes, cuando esa situación sucede se le enseña a los hijos que los animales son tan reemplazables como las cosas materiales, creando así un concepto errado de lo que significa la vida animal.
El “primer perro” para los niños debería de significar entonces una oportunidad para desarrollar una aptitud nueva, un nuevo comportamiento de responsabilidad y de respeto hacia la convivencia con un ser vivo diferente. “Lo que se les aconseja es que se le entregue una mascota al niños hasta que sepa lo que significa el cuidado a los demás, no hay una edad exacta para eso porque depende de cada familia, pero yo siempre recomiendo después de los siete años”, dice Ríos.
Al tratarse de una familia, los menores casi siempre realizarán reproducciones del comportamiento adulto y las aplicarán con las mascotas, por lo que un ambiente de paz y respeto entre los miembros humanos de la “manada” casi siempre garantizará un trato amigable de los niños hacia los canes.
Sin embargo, uno de los puntos básicos para el cuidado de la mascota en la familia, según el especialista, es la capacidad de cada familia para tener en óptimas condiciones de vida a un perro. En algunas ocasiones la economía, los problemas emocionales y hasta familiares suponen un ambiente de violencia en el hogar, en el cual el perro sufrirá consecuencias de forma inevitable.
“No se trata de tener un perro sólo por el hecho de tenerlo, se trata de recibir a un nuevo integrante en un ambiente en el que ya hay educación y respeto, si podemos hacer que la gente sepa eso estamos con una ganancia enorme”, asegura Antonio Ríos.
“No se trata de tener un perro sólo por el hecho de tenerlo, se trata de recibir a un nuevo integrante en un ambiente en el que ya hay educación y respeto”.
— Manuel Antonio Ríos,
médico veterinario