Lucha constante. Los combates entre los curdos y el Estado Islámico se han intensificado en los últimos días. (EFE)
Sólo perros callejeros y una docena de combatientes armados caminan por las calles de Snuny, un pueblo fantasma en la base del monte Sinjar donde los rápidos cambios militares están escritos en las paredes. "Prohibido fumar" puede leerse, garabateado en árabe, fuera de un café. En un edificio cercano, la siguiente advertencia: "Entréguense al Estado Islámico, infieles".
Pero estos mensajes no reflejan los puntos de vista de los nuevos responsables. Hoy, banderas que representan varios grupos políticos curdos ondean con fuerza al viento en Snuny, reclamando la propiedad de las desérticas calles de la localidad.
Sin embargo, a lo largo de las cambiantes líneas del frente, el control de los curdos es débil y se sostiene solo con los oportunos bombardeos de la coalición liderada por Estados Unidos. Aún quedan dudas sobre si los curdos, respaldados por la coalición, pueden asegurar cruces estratégicos como Snuny y renovar la ofensiva contra el grupo Estados Islámico, que controla una amplia franja del norte de Irak desde su base en la segunda ciudad del país, Mosul.
EL CONTROL ES DE LOS CURDOS AÚN
Los combatientes curdos arrebataron el control de Snuny a los insurgentes suníes el mes pasado, pero el combate que dura semanas se ha estancado al otro lado del monte Sinjar, en manos de los extremistas. Al sureste, Kirkuk, una rica ciudad petrolera, sigue amenazada por un posible regreso de la milicia radical. Los combates se han intensificado en los últimos días.