En la década de los setenta del siglo pasado, al interior de la Universidad Autónoma de Coahuila (apenas unos años atrás había logrado la autonomía) iniciaba en Torreón una más de las escuelas universitarias, la de Ciencias Políticas y Sociales, ofertando las carreras de licenciatura en Ciencia Política y Administración Pública y Sociología. El primer año se tomaron los cursos en la Escuela de Leyes, posteriormente se cambia al actual edificio donde opera.
La oferta educativa, como es frecuente en la provincia mexicana, adoptó el plan de estudios de sus pares de la UNAM y el personal docente sólo cubría una parte del perfil académico; estas áreas de conocimiento pretendían proveer profesionales a las entidades gubernamentales, entonces la Laguna era sede de una gama de entidades federales que los demandaban, pero también a empresas privadas y organismos sociales.
En el proceso de integración y desarrollo de esta nueva oferta educativa eran notorias las carencias académicas, las cuales eran cubiertas con los recursos locales, algunos de calidad y otros no, pero también con profesionistas importados de la capital del país, donde sin duda el más destacado de ellos fue Daniel Acosta Esparza, egresado y profesor de la Universidad Iberoamericana, con poco más de tres décadas de edad ya había cursado una especialidad en Inglaterra y un currículo destacado en puestos técnicos del servicio público.
La presencia de Daniel Acosta como profesor de tiempo completo destacó porque le invertía amplias jornadas a su trabajo, la atención a los estudiantes era abierta y novedosa, tanto en las actividades docentes como de investigación cuyas reuniones, por cierto muy asistidas, se realizaban el domingo por la mañana, posteriormente de vinculación con el entorno, pero también lo hizo porque traía consigo una sólida formación académica que le demandó impartir cursos que los estudiantes valoramos, empezando por el aprendizaje en epistemología de la ciencia, área que a algunos de nosotros atrajo.
Quizá en el área que más impactó fue en la Administración Pública, más que en la Ciencia Política o la Sociología, enseñaba conocimientos y herramientas técnicas que daban confianza al estudiante, gran parte de los egresados probaron su utilidad en el desempeño profesional. Pero Daniel Acosta dominaba una gama de conocimientos que transmitía no sólo a través de los cursos curriculares, lo hizo a través de asesorías continuas a grupos de estudiantes y organizando seminarios académicos y otras actividades que continuamente innovaba.
Daniel Acosta destacó desde que llegó y, aunque tan sólo laboró en esta escuela dos años, fueron suficientes para que en el primero de ellos se desempeñara como profesor y en el segundo continuara y a la vez se eligiera como director después de que los estudiantes destituimos al anterior que no cumplía las expectativas académicas. En ese escaso tiempo de director fortaleció una planta de maestros diversa con profesores locales y otros, incluyendo varios extranjeros, el análisis y la discusión académica adquirió buen nivel, el estudiante se motivó y exigió, era común tratar en el aula y fuera de ésta, en grupos o círculos de estudio, dentro y fuera de la escuela se compartía el conocimiento, el cual se complementaba o fortalecía en el salón de clases.
Estos hechos ocurren en un contexto de importante participación política dentro y fuera de la universidad, destacando en la primera el ejercicio de aplicación del cogobierno después de haber aprobado una reforma universitaria una vez obtenida la autonomía, pero también se vivía la secuela del jueves de Corpus, la intervención gubernamental en la Comisión Federal de Electricidad ante un movimiento sindical emergente, a la par los conflictos sindicales universitarios y otros de carácter local como las invasiones de predios por grupos precaristas que crearon organizaciones de colonos, conflictos laborales y agrarios, con participación de curas católicos y universitarios vinculados a estos procesos.
Quienes realizamos estudios en esa época, cuando la oferta educativa se restringía a la universidad pública y con menores opciones profesionales, compartimos hechos, hoy inéditos o quizá bajo otro contexto en el que la educación superior tiene escasa vinculación con las empresas, las instituciones y la propia sociedad civil, los recordamos y en esas remembranzas reconocemos a personas como Daniel Acosta como un factor que contribuyó a redimensionar el quehacer académico y la percepción externa en esa escuela emergente, sin menospreciar a los demás profesores porque sin esa acción conjunta la incidencia que tuvo quizá tampoco hubiera sido posible.
Daniel Acosta es obligado a regresar al Distrito Federal por las autoridades centrales de la universidad, donde continuó su prolífica carrera académica, en el servicio público y con organismos políticos, concluyó estudios de maestría y doctorado en Ciencia Política en la UNAM, dirigió 126 tesis profesionales e impartió cursos en los tres grados académicos en la Iberoamericana (UIA), en el Instituto Nacional de Administración Pública (INAP) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), publicó una gran cantidad de artículos y ensayos, algunos libros.
El pasado cuatro de julio, fallece en la Ciudad de México, y quienes fuimos sus alumnos, amigos y colaboradores, creemos pertinente hacerle un reconocimiento a su loable y trascendente desempeño académico y profesional, con un homenaje este próximo dos de octubre en la Facultad que dirigió, a la vez de que conjuntamente con pares de dichas universidades estamos constituyendo una Fundación que lleva su nombre, denotando con ello la forma en que incidió en nuestra formación académica y profesional.