En México se simula el acceso universal a la salud. Pese a lo que digan los eslóganes del Seguro Popular, de acuerdo con la Auditoría Superior de la Federación todavía hay unos cuatro millones de mexicanos que no tienen cómo ser atendidos médicamente en el caso de una enfermedad. Sabemos, además, que son muchos más los que en el papel sí tienen dicha atención, pero, en la práctica, terminan acudiendo a un consultorio aledaño a una farmacia de similares para evitarse la tortura que significa ir al IMSS.
En tierras mexicanas, se finge la calidad educativa. De manera abierta, sin importar si un alumno ha adquirido o no los conocimientos necesarios para avanzar de grado, se le promueve. Hemos llegado al punto, incluso, en que el único requisito real para pasar año es estar inscrito y nada más. Ninguna otra consideración es relevante, cuando lo que en verdad le importa a las autoridades es mostrar a los organismos internacionales que se está incrementando el nivel de estudios de los mexicanos, aunque ello sea una falacia.
En éste, nuestro país, se hace parecer como que los crímenes se investigan. Se llega a "verdades históricas" que sólo se sostienen en el discurso oficial. Se usan chivos expiatorios; se siembran pruebas falsas - como la pistola que fue colocada en el auto del abogado de Infraiber -; se tortura para obtener confesiones; se encarcela y luego, se simula que se vigila al delincuente más peligroso, en un pretendido penal de máxima seguridad.
Aquí, en nuestro México, se simula que se combate la corrupción. Se reviven secretarías en las que se envía a un amigo para que juegue la farsa de investigar a sus jefes. Luego, se da una exoneración - ésa sí muy real - que conduce a sendos mensajes en donde el presidente y su delfín simulan disculparse por "habernos hecho creer eso que no debimos haber creído". Pese a todo, se juega a que se preside la Alianza para el Gobierno Abierto y, siguiendo con el acto fingido, se da consejos a los presidentes de otras naciones para que "acaben con la corrupción en sus países".
En México, se simula que a las autoridades les preocupan las familias de la Guardería ABC; las de Pasta de Conchos; las de los 26 mil desaparecidos; las de los inmigrantes extranjeros que cruzan territorio nacional; las víctimas de los delitos de alto y bajo impacto… en fin.
Cuentan que preguntaron: "¿Y usted, de qué viene disfrazado?" Y que Peña Nieto respondió: "De Gobierno".