En el documento conocido como Precriterios de Política Económica para 2016, el gobierno cambió su prioridad, de más gasto, financiado con la Reforma Fiscal, a menos gasto público.
Hasta recientemente el enfoque había sido aumentar el gasto público, pensando que esto elevaría el crecimiento. Así se justificó la Reforma Fiscal y el aumento de recaudación que trajo. Hoy el precio del petróleo bajó y el enfoque cambió hacia la reducción del gasto.
El cambio queda claro, incluso con un leve tono de crítica en los Precriterios, pues "Entre 2000 y 2013, el gasto corriente creció a una tasa real anual promedio de 5.2 %, incrementando su nivel total de 10.9 % a 15.2 % del PIB" (página 7). Un aumento tan espectacular para que la economía sólo creciera 2.3 % anualmente y cuando no hubo gran inversión pública, parece una paradoja no explicada por el gobierno.
Hasta hoy la narrativa es que las reformas llamadas estructurales crearían un nuevo balance macroeconómico. La economía se desplazaría de un punto de bajo crecimiento (2 %) a uno de mayor crecimiento (4 %, según los Criterios de Política Económica para 2013), sin aumentar el déficit fiscal. El aumento de impuestos y de la recaudación en 2013-14 se lograría en un círculo virtuoso: más impuestos permitirían más crecimiento.
El mayor crecimiento no se materializó. Y ahora que el ingreso petrolero cayó, el enfoque cambia a menos gasto público. Un cambio de ciento ochenta grados es siempre una derrota. Ésta, sin embargo, en este caso se logra cubrir con la introducción de un nuevo tema, el de "Presupuesto Base Cero".
Inicia una nueva narrativa que puede durar por lo menos un año antes de enfrentar sus propios resultados. Por el gran potencial que hay para reducir el gasto público, aun logros muy parciales y sin necesidad de llegar a la Base Cero, podría mejorar el ambiente. Sin embargo, para ello tendría que haber exposición y remedio de grandes casos de dispendio, lo cual, hasta ahora, no ocurre.
No se ve cómo, empero, el crecimiento se recuperará. El bajo crecimiento ya era un hecho antes del anuncio de reducción del gasto público. El Informe del Banco de México sobre inflación del cuarto trimestre mostró un desplome de la tasa de crecimiento del crédito de la banca comercial (en especial de créditos personales) entre 2012 y 2014, en paralelo con un aumento en la tasa de morosidad.
Estando tan débil la demanda interna, aun cuando el gasto público ha sido ineficiente para impulsar la actividad, lo más probable es que el recorte de inversión pública debilite más la demanda. Esto haría difícil bajar el déficit fiscal. Aparte de los bajos precios del petróleo, la recaudación de impuestos se debilitaría si la demanda se debilita.
El menor crecimiento ya afectó las actitudes de empresarios e inversionistas. La inversión mostraba una incipiente recuperación, especialmente en construcción. Pero más tarde, las expectativas de empresarios en este sector (que se anticipan a la inversión) cayeron mucho en marzo, tanto en el indicador sobre si es un buen momento para invertir, como en los indicadores del presente y el futuro del país.
Siendo más que justificado, el recorte del gasto debió ocurrir desde el inicio del gobierno y no cuando el crecimiento y las expectativas ya se debilitaron mucho y debió ser con aumento de inversión pública. El crecimiento económico sigue siendo el principal pendiente, pero ya no es más que un residuo de los ajustes de ingreso y gasto público y de cómo impacten al sector privado.
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(Analista económico