Una de las modernas universidades gomezpalatinas.
Cuarta y Última
En paralelo al funcionamiento del viejo mercado "Baca Ortiz", se instalaron en las cercanías de la estación del ferrocarril y del antiguo Parían, una infinidad de establecimientos que le dieron auge al comercio y a la industria gomezpalatina. Ese gran desarrollo trajo consigo el despegue económico y, en consecuencia, convirtió a la población en la más importante de la Comarca Lagunera. Por sus principales calles se observaban grandes almacenes y tiendas de postín. En la hoy calle Madero, se instalaron los negocios de mayoreo, y en las espuelas del ferrocarril, se estacionaban los furgones cargados de mercancías para surtir a los comercios. La estratégica ubicación de los tranvías, primero de mulitas y después eléctricos, siempre abarrotados de gentes que transportaban a las personas cargadas de diversas mercaderías, surtiéndose en comercios tales como: La Estrella, fábrica de velas de cera y parafina; La Liberal, fábrica de galletas; La India, que fabricaba chocolates y dulces; La Favorita, que expendía sodas y aguas gaseosas; La Sonrisa, fábrica de cigarros de hoja, entre muchas otras.
Además, una serie de bodegas muy importantes, controladas por algunos de los personajes más adinerados, como Antonio Ruiz Lavín, Luis López y Luis Dualde; Varela y Compañía, de los señores José Varela y Pedro Ruiz Lavín, frente a la Plaza de Armas. Quizá el edificio más funcional de aquella época, fue el almacén de don Librado Martínez que construyó el ingeniero Kissinger, en el actual crucero de Escobedo y Morelos.
Las tiendas más importantes eran: La Barata, de Laureano Arruza; El Diamante, de Fernando Abauza; El Puerto de Barcelona, de Ramón Santoveña; La Competidora, de Manuel Guzmán; El Telégrafo de Nicolás Ibargüen; La Central, de Manuel Ramírez; La Reforma del Comercio, de Eufrosino Jiménez; El Sur de Jalisco, de Nieves Silva, y Las Palomas, de Ortiz Hermanos, entre muchas más. También fueron instaladas famosas ferreterías, como la del alemán, Federico Mendhgel y sus socios: Rodolfo Seecamp y Jorge Boehring, después adquirida por el señor Otto Reutter; también la de don Emilio P. Stein; la de los señores Diego Montau y Federico Echávarri y don Antonio Montemayor, socio de la Maderería Walsingher, la cual cambió de nombre, y hasta hace poco funcionaba en las calles de Hidalgo y Ocampo, con el nombre de Casa Montemayor.
La sociedad de don Gilberto Lavín y el italiano Paparelli con su fábrica de aguardientes y vinos de mesa Las Lágrimas de Noé, se situaba precisamente en la hacienda de Noé, aprovechando la vid que se cultivaba en sus enormes campos del Perímetro Lavín. En la nueva población gomezpalatina, se instalaron carpinterías, jarcierías, hojalaterías, sastrerías, modistas, rebocerías, sombrererías y talabarterías, talleres con lo que se complementaban las posibilidades de crecimiento integral de una sociedad pujante y muy próspera en el campo industrial.
Peluquerías, boticas, hoteles y mesones; nuevas escuelas; clubes, como El Lagunero, la Sociedad Mutualista "Amado Nervo", El Churubusco, El Cedas, y otros más, daban a la población un ambiente más cosmopolita, que la distinguían de aquella naciente comunidad surgida a raíz del paso del ferrocarril en 1883. Desafortunadamente, la revolución con su cauda de violencia interrumpió el creciente desarrollo de Gómez Palacio en aquellos tiempos, iniciándose el proceso de la lucha armada que vino a perjudicar seriamente la vida cotidiana de sus habitantes demorando el progreso, a consecuencia de las acciones del gobierno porfirista.
Años antes, en 1900, se inició la construcción de una fábrica de explosivos y dinamita, que concluyó cuatro años más tarde. La factoría se ubica a unos cuantos kilómetros al norte de la ciudad, la cual fue producto de la asociación entre tres empresas, 2 de ellas francesas y la otra, nada menos que la Compañía Industrial Jabonera La Esperanza, que aportaría la glicerina indispensable. Entre esos consorcios formaron la Compañía Mexicana de Explosivos y Dinamita, manejada por franceses e italianos con mucho éxito económico, tanto que continúa laborando después de más de un siglo.
Gradualmente, Gómez Palacio se ha venido transformando, a través de más de una centuria, en cuyos cambios jugaron un rol importante, empresas como la Planta Francke, una de las más emblemáticas e indispensables para el desarrollo industrial y que junto con la Termoeléctrica de La Laguna y la Planta de Ciclo Combinado, se convirtieron en grandes detonantes del desarrollo industrial, comercial y agroindustrial al aportar la distribución de la energía eléctrica, que es el motor del crecimiento de la región, y gracias a esos factores, ahora tenemos nuevas perspectivas de crecimiento y mayores fuentes de empleo.
En las épocas recientes, la problemática de la ciudad, debida a la creación de grandes cadenas comerciales y centros de distribución fuera del municipio, motivó a los organismos productivos y empresariales de la localidad a enfrentar esa grave situación e iniciar la lucha por lograr la construcción de un espacio que abasteciera debidamente a la población y adquiriera los productos del campo lagunero, para evitar la fuga de recursos y apuntalar el desarrollo futuro. La desventaja que tenía Gómez Palacio en relación con La Laguna de Coahuila en ese ramo, fue resuelta con el establecimiento de un mercado de abastos moderno y funcional que vino a dar respuesta a las necesidades de la comunidad gomezpalatina y regional, gracias a las gestiones e inversiones de reconocidos personajes comprometidos con el desarrollo y el progreso de su municipio. Este Centro de Abasto y Distribución fue inaugurado el 27 de agosto de 1992, y constituye actualmente uno de los activos más importantes del municipio.
La creación de la zona industrial gomezpalatina, en la década de los 70→ s, convirtió a nuestro municipio en una de las regiones más importantes del país, en las ramas metal mecánica, marmolera, agroindustrial, como la cuenca lechera, entre otras, que trajo consigo grandes beneficios a la economía de la Comarca Lagunera, y, en particular, de las familias laguneras al crearse miles de empleos permanentes.
Por otra parte, con la operación de centros hospitalarios para los trabajadores, como las clínicas del IMSS y del ISSSTE; el Hospital General y diversas clínicas particulares, se logró un gran avance en la salud de la población, de la misma forma que el crecimiento del sector educativo, tanto oficial como particular, permitió a los habitantes el acceso al conocimiento, y un elemento más importante, si se toma en consideración la conurbación de nuestras ciudades laguneras, es la amplia infraestructura escolar y cultural; de comunicaciones; corredores industriales, comerciales y agropecuarios, con que contamos en La Laguna, lo que nos ha permitido apoyarnos mutuamente para alcanzar con mayor facilidad los bienes y servicios que nos hacen falta.
De esa forma, hemos llegado a los 109 años de fundación de la ciudad y el municipio de Gómez Palacio, con una historia de esfuerzos y realizaciones, que nos permiten aspirar a la consecución de mayores logros, con la participación de todos los sectores de nuestra población, la que ahora se caracteriza por ser más culta, participativa y comprometida con el futuro de las nuevas generaciones, lo que habrá de darnos, con toda seguridad, mayores posibilidades de supervivencia para tratar de alcanzar metas más altas en todos los ámbitos del desarrollo de nuestra sociedad -sin olvidarnos que aún existen importantes rezagos que superar en diversos campos- para crear nuevos satisfactores y oportunidades para los habitantes, permitiéndoles mejores formas de vida y de convivencia, en ambiente de paz, equidad y justicia.