Toda democracia es una edificación. Necesita cimientos sólidos y un diseño acorde con las necesidades. No hay una acción súbita que entregue la democracia imaginada, deseada, diseñada de un golpe, como en un acto de magia. Como se trata de acciones de tracto sucesivo, la democracia también es un viaje. A la democracia mexicana se le asignan muchas fechas de nacimiento, hay varias determinantes. Los diputados de partido, la reforma constitucional de 1977, y las sucesivas modificaciones de leyes secundarias, alrededor de seis o un poco más si tomamos en cuenta reformas que indirectamente tocan la organización de nuestra vida política. Llevamos casi cuatro décadas en la construcción de ese andamiaje.
Pero no sólo se han modificado normas, también ha habido una profunda transformación de la forma en que los mexicanos leen a su país, el papel de la participación, de la necesaria pluralidad y, por qué no decirlo, las formas de hacer las cosas. De aprender a contar en público voto a voto a acatar los resultados. El gran objetivo de toda democracia es dirimir diferencias por la vía pacífica. Eso está en el fondo: la paz. Construir una cultura democrática se dice fácil, pero ha sido una labor que ha involucrado a decenas de millones de mexicanos. Cada tres años un millón de ciudadanos organiza las elecciones y entregan su tiempo y el tiempo es vida. Hoy, con un promedio nacional de edad de 26 años, la gran mayoría de los mexicanos ha vivido procesos electorales competidos, disputados y, en general, pacíficos en el último cuarto de siglo. La competencia se ha ido extendiendo por todo el territorio nacional. Eso que hoy parece tan obvio no era viable hace un par de décadas. Como la oposición al PRI no tenía presencia en buena parte de las casillas, los observadores electorales eran imprescindibles.
Obstáculos ha habido muchos: normativos, culturales, de enfrenamiento con poderes fácticos, cacicazgos y una larga lista. Financiamientos ocultos, malolientes, candidatos amenazados por el narco o asesinados. Cuestiones muy duras. Sin embargo, no recuerdo una coyuntura, incluida la elección de 2006, en la cual el reto a las instituciones haya sido tan frontal. Estamos acostumbrados a que el estado mexicano viva bajo extorsión. Los bloqueos, marchas, paros son moneda corriente para negociar. Hoy pagamos las consecuencias. Ahora resulta que las autoridades encargadas de cumplir con la ley ¡amenazan!, Lorenzo Córdova encabeza a la autoridad electoral y fue muy claro: si es necesario se llamará a la fuerza pública. El INE es parte del estado mexicano y Córdoba actúa con esa visión, de estado.
"Nos queda claro que el INE es un órgano de estado y tiene que cumplir con las instrucciones de EPN ¿¿??. Pero a pesar de las amenazas, en Guerrero no habrá elecciones por la evidente vinculación entre el crimen organizado y los políticos", declara Felipe de la Cruz Sandoval, vocero de los padres de los normalistas desaparecidos. Realizar comicios "es no entender lo que está pasando en el país" por ello hay que anular el voto, romperlo, abstenerse para exhibir la simulación democrática". Las elecciones en Guerrero son "una gran ilusión democrática" porque "no existe un mínimo suelo democrático". Hay que "hacer un boicot electoral en toda la nación". Afirma Javier Sicilia atrapado por la peligrosa ingenuidad. Ahora resulta que garantizar un derecho ciudadano es amenazar, resulta que no existe el "suelo democrático" que llevamos construyendo medio siglo y que nos ha permitido dirimir en pluralidad y sin violencia, salvo casos excepcionales, elecciones en los tres órdenes de gobierno.
Ahora resulta que lo democrático es impedir las elecciones. Ocupamos el lugar número once en el mundo en lo que a población se refiere. Hay alrededor de 120 millones de mexicanos que, con todos sus vicios y deformaciones, han forjado un acuerdo para erigir gobiernos. Los partidos sufren un enorme desprestigio es cierto, no así la institución electoral. Tres de cada cuatro guerrerenses quieren tener elecciones (GCE). Y ahora lo democrático es impedir el voto. El asunto es muy serio pues, como lo ha afirmado Francisco Guerrero en estas páginas, la entidad del mismo nombre está secuestrada con la pretensión de crear un "gobierno alterno". Para agravar la situación alrededor del 60 % de las casillas en ese estado serían instaladas en escuelas controladas por la CETEG. En esas estamos cuando la precandidata al gobierno municipal de Ahuacuotzingo en Guerrero aparece decapitada y con huellas de tortura.
Todo pareciera muy confuso: ciudadanos que no quieren elecciones, una institución que "amenaza" al cumplir el mandato de ley y garantizar a los electores sus derechos, maestros "democráticos" que se suman a la interrupción de la vida institucional. O quizá todo es muy claro: estamos enfrentando al narco en uno de los bastiones que más dinero le dejan. Allí no quieren elecciones, ni estado de derecho, ni autoridades legítimas. Quieren gobernar ellos y encuentran muchos títeres.