Nuestra democracia está verde; y no en el sentido de algo que se encuentra en proceso de maduración sino en el de la podredumbre (como ese verde pastoso que se observa en los lugares donde hay agua estancada). En México, bajo el esquema institucional y legal vigente, no hay esperanza. Porque los corruptos y los tramposos se la robaron hace tiempo, junto con toda la riqueza que han saqueado de manera impune.
Lo vemos con el caso del Instituto Nacional Electoral. Las resoluciones entorno al partido del PVEM son evidencia de que, todo cuanto había de ciudadano y de autónomo en esa institución en tiempos de José Woldemberg, ha quedado sepultado. Hoy sus consejeros son empleados de los partidos políticos y se comportan como fieles servidores del poder (muy caros, por cierto).
No es posible otra interpretación cuando el castigo a un partido que violó de manera sistemática la ley, antes y durante el proceso electoral, se limita a una serie de multas que, para colmo, serán cubiertas con el dinero de nuestros impuestos. Es inaudito que dicho órgano alegue que las trampas del tele-partido no impidieron la democracia.
Y es que, aún ante su definición más reducida, aquella que concibe dicho sistema político solamente como la participación de la ciudadanía a través del voto libre, universal y secreto, es demostrable que las artimañas de esos mercenarios de la politiquería la obstaculizaron pues ningún voto que haya surgido de la miseria o de la ignorancia es en esencia libre. Los consejeros del INE tendrían que saberlo.
Cierto, todos los demás partidos buscan sacar provecho de la pobreza y la ignorancia, pero la gran lección que dejan los del tucán - y sus empleados del INE - es que ya no hace falta disimular; que dependiendo de la capacidad económica, pueden incurrir en las ilegalidades que les venga en gana de forma descarada, a sabiendas de que en este país la justicia es de quien la paga.
En este punto de la historia de nuestro país, es perfectamente previsible que las elecciones de 2018 serán un festín; un despilfarro de dinero absurdo. Las trampas se sucederán unas a otras. Los miembros de los partidos señalarán - fieles a su costumbre - las triquiñuelas de los demás y justificarán las suyas propias. Y en medio de ese aquelarre, los consejeros del INE, hundidos en el pantano de su opulencia inútil, se limitarán a levantar multas para justificar su existencia pueril.
Nuestra democracia está podrida y en su putrefacción, tomó el repugnante color del PVEM.