Las nuevas tecnologías permiten que la gente consiga lo que desea, colaborando entre sí.
Con un valor estimado en 50 mil millones de dólares Uber demostró no sólo ser el emprendimiento basado en tecnología más valioso del planeta, sino que también se posicionó como el caso de éxito más sonado de las plataformas basadas en economía colaborativa.
El modelo de la economía colaborativa es simple en su premisa: el intercambio de bienes o servicios entre personas o un grupo de personas que permita alcanzar un objetivo de la forma más sencilla y económica posible, y que además resulte en una situación de ganar-ganar para todas las partes involucradas en el proceso.
Estas iniciativas existen en México desde el año 2012, aunque es a mediados de 2014 cuando toman un verdadero auge, en parte por el número de proyectos disponibles y por el cada vez mayor número de usuarios de "smartphones" en el país.
Actualmente, hay iniciativas que atienden necesidades cotidianas de los usuarios, y en muchas ocasiones también los requerimientos poco comunes; así, podemos encontrar sitios de Internet o aplicaciones que nos ofrecen desde un servicio de colecta y entrega de lavandería, hasta redes de personas que quieren rentar en común un departamento en la Ciudad de México y servicios de alquiler de recintos para realizar exposiciones.
Responder a necesidades específicas es el motivo del éxito de modelos como Uber o AirBnB, el primero, acercando a los choferes que ofrecen sus servicios a usuarios que buscan un transporte bajo demanda, rápido, seguro y que lo pueda empezar a usar saliendo de la puerta de su casa.
AirBnB, por su parte, revolucionó el mercado no sólo de los bienes raíces, sino también de la industria hotelera y del sector turismo al proporcionar una plataforma en donde los dueños de inmuebles pueden ofrecer alojamientos en diversas ciudades del mundo a usuarios que buscan tarifas mucho más económicas de las que pueden encontrar en hoteles en ubicaciones específicas o con características particulares en sus gustos que las cadenas no pueden igualar.
Y es que, por ejemplo, no es lo mismo hospedarse en un hotel en la Riviera francesa a rentar una casa a pie de playa en el mismo lugar, pero por cien euros menos al día.
INCOMODAN A NEGOCIOS TRADICIONALES
El nuevo modelo es incómodo precisamente para los negocios tradicionales a los que reta, así, vemos, por ejemplo, a Uber enfrentar demandas colectivas de las asociaciones de taxis en diversas ciudades del mundo, Distrito Federal incluido. En tanto que AirBnB fue demandado en países europeos en dónde las cadenas hoteleras y pequeños hoteles locales exigen su prohibición.
Los hoteleros españoles señalaron, por ejemplo, que la operación de AirBnB en las ciudades donde ofrecen sus servicios impactó en una menor ocupación, que se traduce en la pérdida de 0.35% de los ingresos mensuales.
Si bien la cifra no parece importante, fue suficiente para que en varias partes del mundo se exija a los gobiernos que se regulen dichas iniciativas apelando a motivos como seguridad, evasión de impuestos, competencia desleal, entre otras razones.
Pero estas exigencias de regulación dejan al descubierto también a otro actor que no se encuentra listo para reaccionar ante el cambio en los patrones de consumo de sus ciudadanos: los gobiernos locales. Y es que muchos gobiernos tomaron la decisión de mantenerse al margen o prohibir ciertas iniciativas, porque no encuentran la fórmula o no saben cómo integrar estas plataformas a sus modelos económicos y de recaudación fiscal.
"Cuando el costo de un viaje en servicio de taxi particular se asemeja al de una tarifa de viaje sencillo en autobús en San Francisco y cuando un turista puede reservar un departamento en Chicago a la mitad del precio de un cuarto de hotel que genera impuestos, los gobiernos locales deberían estar alertas. Las compañías de consumo están cambiando las expectativas y redefiniendo el contrato social entre la ciudad y el ciudadano. Ya no es aceptable que los gobiernos ofrezcan 'un formato para eso' cuando las compañías del sector privado demuestran que hay 'una aplicación para eso'", señaló Vivek Kundra, vicepresidente ejecutivo de Salesforce.
FALTAN LEYES ADECUADAS
La regulación actual, aunque es necesaria, en ocasiones debe adaptarse para ser aplicable para los casos de economías colaborativas. Ejemplos positivos son iniciativas de crédito financiero como MiMoni o TuTanda, que se ya encuentran reconocidas y reguladas por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, mientras que Uber se anotó su primera victoria mundial al lograr que el Gobierno del Distrito Federal propusiera un esquema de regulación para que pague impuestos, situación que en otras ciudades como Londres, París o San Francisco se negaron a realizar.
Sin embargo, otras iniciativas como DadaRoom, en donde un grupo de personas se unen para rentar un departamento, es difícil de regular. ¿Cómo imponer controles a un grupo de personas que buscan compartir recursos para alcanzar una meta común?
Es importante que las industrias establecidas y los gobiernos locales y nacionales sean receptivos, ya que este modelo de consumo no va a desaparecer. La consultoría Price Waterhouse Cooper asegura que en 2014 las ganancias mundiales que generó la economía colaborativa alcanzaron el monto de 15 mil millones de dólares y se espera que obtenga ganancias por 335 mil millones de dólares para el año 2025.
México y Latinoamérica son considerados por organismos internacionales como grandes polos, que en el mediano plazo generarán diversas "startups" de toda índole, por lo tanto, las autoridades y jugadores que ofrecen servicios y productos de manera tradicional deben estar preparados para un cambio en el paradigma.