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Ruinas de la Ex Hacienda de San Francisco, conocida como La Gata, un paisaje ideal para los fotógrafos. (Agencias)

Ruinas de la Ex Hacienda de San Francisco, conocida como La Gata, un paisaje ideal para los fotógrafos. (Agencias)

La Sierra Gorda puede resultar un emocionante viaje de cuatro días por carreteras sinuosas que conducen a cuevas encantadas, cascadas y a fachadas de iglesias coloridas y ricamente ornamentadas.

Sus paisajes se aferran al corazón del viajero. Justo en el corazón de la Sierra Madre Oriental, al norte del estado de Querétaro, la Sierra Gorda comprende los municipios de Jalpan de Serra, Arroyo Seco, Landa de Matamoros, Pinal de Amoles y Peñamiller.

La riqueza de su biodiversidad permite admirar una flora y una fauna en peligro de extinción. En este hábitat, es posible contemplar 339 especies de aves, pumas, jaguares, ocelotes, tigrillos, gatos monteses y águilas negras.

Resguarda cañones, grutas, ríos, cascadas, valles y montañas que alcanzan poco más de los 3 mil 100 metros de altura sobre el nivel de mar.

Antes de caminar en escabrosas pendientes e intrincados senderos, descubrimos el peregrinar de un fraile franciscano llamado Junípero de Serra. Él, siguiendo fieras rutas como un pionero en 1750, abandonó todo interés por lo material acatando votos de castidad, obediencia y pobreza para evangelizar pueblos indígenas y construir cinco hermosas misiones declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

Misiones de Sierra Gorda

Situadas en los poblados de Jalpan de Serra, Landa, Concá, Tilaco y Tancoyol, nos internamos en la serranía para visitar cada una de estas misiones en las que se evangelizó a caciques, se congregó y bautizó masivamente a los naturales, modificando la estructura social, económica y política de poblaciones indígenas, luego de una larga guerra que duró 200 años llamada de Sangre y Fuego.

Los indígenas que vivían en esta región desistieron a abandonar propiedades, creencias y a entregarse como mano de obra a los conquistadores españoles; lucharon hasta que fueron doblegados por el último conde que arribó a la Sierra Gorda, José Escandón.

Tras la conquista militar, edificaron estos recintos religiosos, considerados la máxima expresión franciscana en el Continente Americano, al representar un barroco mestizo resultado de la fusión de dos culturas. En su interior, como un tesoro, resguardan y exhiben pedacitos de hueso del fray Junípero de Serra, quien fue beatificado por el Papa Juan Pablo II y será canonizado en septiembre de 2015, por su labor evangelizadora, esquivando el requisito de comprobar sus milagros.

El fraile tradujo los evangelios en dialecto pame cuando los rezos eran en latín, intentando en cada comunidad establecer un cristianismo primitivo en el que existiese igualdad de trabajo, propiedad común de bienes y de la tierra.

En cada misión, existe una constante arquitectónica: una barda atrial, atrio, paredes de las crujías, portal de peregrinos, un cubo donde se encuentran las escaleras, una torre y la riqueza iconográfica de la fachada, en la que destacan escudos franciscanos, como las águilas bicéfalas, coronadas devorando una serpiente; o una cruz, combinada con un mazo y clavos, que representan la pasión de Cristo.

En estos coloridos portales, también aparecen querubines de piel tostada, vides entrelazadas con mazorcas de maíz y animales cercanos a la mitología de los indígenas.

Sótano del Barro y Ex Hacienda La Gata

A 35 kilómetros del Pueblo Mágico de Jalpan de Serra, se encuentra el Sótano del Barro, una maravilla natural considerada la segunda sima más grande del planeta y hábitat de la última colonia de guacamayas verdes. Para llegar a este lugar, nos dirigimos todavía en la oscuridad a la localidad de Santa María de Cocos.

En un extenso bosque tupido de encinos, hay resbalones debido a rocas sueltas y a la hojarasca húmeda. A una altitud de mil 800 metros sobre el nivel del mar, el corazón palpita con fuerza. Al amanecer, vivimos un intenso encuentro con la madre naturaleza, cuando las guacamayas verdes -que miden entre 80 y 90 centímetros- abandonan las entrañas de esta enorme cavidad vertical para buscar alimento en diferentes direcciones.

No hay que perder de vista la hermosura de estas aves que vuelan en círculos. Su canto es indescriptible y un poco estridente, pero el momento es emocionante y único.

El Sótano del Barro tiene 455 metros de profundidad total, 410 metros de caída libre y poco más de 500 metros de diámetro. Dentro del abismo crece un bosque, pero el descenso está prohibido a los turistas.

De regreso a Jalpan de Serra, el itinerario del día puede complementarse con una visita a las ruinas de la Ex Hacienda de San Francisco, conocida como La Gata, propiedad del que fuera cacique de la Sierra Gorda en el Siglo XIX, Rafael Olvera.

Después, partimos al hotel temático Misión Hacienda Concá, para participar en una ceremonia de temazcal, cenar y disfrutar de una divertida noche de fogata. En ella, actores vestidos de frailes franciscanos cuentan la historia y leyendas de la propiedad.

Presa de Jalpan y Cueva del Diablo

Hay que cruzar siete kilómetros de terracería bordeando la Presa de Jalpan para admirar el interior de una enorme gruta que tiene más de dos kilómetros de profundidad.

Es necesario prestar atención a las indicaciones de los guías para internarse en esta inmensa caverna, comenzando por sumergir los pies en el agua. La luz de la lámpara es imprescindible para avanzar y escalar con mucho cuidado las rocas, entre estalagmitas y estalactitas que tienen miles de millones de años.

En este salvaje paseo, hay que desafiar todo miedo y continuar. No es bueno quedarse rezagado ni alejarse del grupo y, sobre todo, nos piden estar alerta. Para eso, el silencio es un gran aliado. A medida que avanzamos, no falta quien pregunta sobre los misterios que guarda este fiero entorno en el que se pierde toda noción del tiempo.

Se han inventado varias historias, una de ellas cuenta que en la entrada de la cueva, hace muchos años, se aparecía el mismísimo diablo en forma de gallina y que con sus pollitos atacaban a todos los que se atrevían a acercarse. Otra versión nos dice que "el maligno" habitaba en esta oscuridad y para que se fuera colocaron una Virgen, la misma que vemos al inicio del recorrido.

Después de unos cuantos raspones y muertos de frío, regresamos poseídos por una extraña sensación de triunfo. Vale la pena detenerse a las orillas de la Presa Jalpan para tomar unas cuantas fotografías. Protegida internacionalmente, es hogar de diferentes especies de aves migratorias que huyen del frío de noviembre a marzo.

Al caer la noche, emprendemos otro inusitado paseo, ahora en cuatrimoto, para observar animales nocturnos, luciérnagas y estrellas (muchas estrellas) y, de nuevo, encontrarnos con la entrada de la pavorosa Cueva del Diablo, encantada y oculta en lo profundo del monte. En su interior, ahogamos la luz tenue de las linternas para escuchar la voz cavernosa de un ermitaño que cuenta otras espeluznantes leyendas.

Cascada El Chuveje y Puente de Dios Padre

Es el final del viaje. En auto, subimos montaña arriba por caminos sinuosos para llegar a la Cascada El Chuveje, en el municipio de Pinal de Amoles. Está escondida en lo profundo de un bosque, en una cañada de paredes tapizadas de musgo y lleno de helechos.

Nos detenemos muchas veces en un trayecto de poco más de hora y media para hacer fotos. Nuestros modelos son una niña y su borrego, además de las raras formaciones rocosas con las que nos topamos.

La cascada El Chuveje tiene una caída de 35 metros de altura y, como era de esperarse, la atmósfera que ofrece es magnífica y libre de ingredientes artificiales. La caída sobre una poza es salvaje y la brisa purifica la mente.

Interrumpimos el andar para darnos el lujo de saborear un delicioso desayuno campirano, después seguimos hacia el río Escanela para caminar a un costado de este afluente de aguas cristalinas que invita a nadar, hasta llegar a un río subterráneo llamado Puente de Dios, que admiramos como si fuese un regalo del Cielo.

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