Volcán Matlalcuéyetl.
Las antiguas poblaciones de Tlaxcala, creyentes del Dios Tláloc, acudían en peregrinación a la Montaña Sagrada, donde decidieron construir un templo, Tlalocan, en honor a su Dios de la lluvia, para que él regase sus campos a cambio de sacrificios humanos. Actualmente, sólo quedan algunos restos del ancestral Tlalocan.
Lo que sí puedes aún constatar es la presencia del maravilloso volcán Matlalcuéyetl, también conocido como La Malinche o Diosa de las Faldas Azules, este último resultado del cariño de los habitantes a esta montaña.
Con la planta de los pies, se conquista a la Diosa de la falda azul, los habitantes de Tlaxcala la conocen como Malintzin o simplemente La Malinche. Con 4 mil 461 metros de altura, la posicionan como la sexta montaña más alta de México.
La expedición inicia por la cara norte del volcán extinto. Antes de comenzar el ascenso, hay que equiparse con casco y bastones de alta montaña. Un calzado de suela gruesa y tres capas de ropa deben complementar el equipo de seguridad.
Sus faldas son verdes, como las esmeraldas, aunque los verdaderos responsables de esas tonalidades son los milenarios pinos y encinos, hogares de una gran cantidad de aves que amenizan nuestro camino. Los guías comentan que por esos senderos merodean coyotes.
El recorrido se realiza en tres horas de caminata, para llegar a un bosque que se transforma en una alfombra de pastizales dorados que brillan con intensidad, gracias a los rayos del sol.
La cima en forma de cresta queda al descubierto después de cuatro horas de ascenso.
Los cráteres sirven de miradores para contemplar tres vecinos de La Malinche: el Pico de Orizaba, el Popocatépetl e Iztaccíhuatl, las otras tres montañas más altas del país. (www.ecotura.mx)