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Desigualdad

Con/sinsentido

MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

El dato es, por lo menos, para hacer dudar a cualquiera que defienda que México vive en plena democracia: Mientras en el mundo la riqueza de los más acaudalados disminuyó 0.3 % entre 2007 y 2012; en México, los que más tienen vieron incrementar su fortuna 32 % en el mismo lapso, de acuerdo a Gerardo Esquivel y su estudio Desigualdad en México. Concentración del poder político y económico.

No se trata de algo accidental; no operan allí la suerte o la casualidad. Cuando se siembran melones, se cosechan melones y no otro fruto cualquiera. El sistema político, económico y social que se ha instaurado en México no conoce otro propósito que reunir la mayor cantidad de riqueza y poder en unas cuantas manos, sin importar la pauperización a la que se condena al resto de la población.

En México, hasta el "altruismo" juega a favor de los que más tienen. Cada peso que los dueños del país y sus "fundaciones" destinan a la ayuda de los desprotegidos, les retribuye en una mayor ganancia porque así es como están planteadas las reglas de un juego que ellos deciden cuándo y cómo jugar.

No, en ningún momento me atrevería a clamar por igualdad. El discurso superfluo del merecimiento sin esfuerzo en el que todos somos lo mismo y tenemos derecho a lo mismo, está al servicio del desastre que estamos viviendo. Las cosas se tienen que ganar, pero la competencia que conduzca al triunfo de unos debe darse en condiciones de equidad, pues saltar a la cancha con 25 jugadores cuando el adversario tiene tres, es a todas luces injusto. Pero así es en México.

Al partido político que tiene más votos, por dar un ejemplo, es al que más prerrogativas se le otorgan y al que más recursos se le asignan. Se dice que tal mecanismo existe para garantizar la equidad. Pero eso es un mal chiste; porque lo único que se logra es la concentración del poder político. Algo similar ocurre en la economía: al pez grande se le dan mejores mandíbulas para que pueda comer con mayor facilidad a los peces pequeños.

Lo que no terminan por darse cuenta aquellos privilegiados, es que una situación como la que estamos viviendo no puede sostenerse por mucho tiempo más. Aquí no hay más que dos salidas: o dejan de estirar o la liga se reventará. A nadie sensato, a nadie que tenga un poco de amor por México, le debe parecer el estallido social un destino deseable.

Ojalá y la reacción llegue a tiempo. No quiero sonar pesimista pero, se nos hace tarde.

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