Mbos casos ocurrieron en la misma época y se han quedado grabados en nuestra memoria por años.
Corrían los años 90 cuando el entonces secretario de Desarrollo Social, Luis Donaldo Colosio, regresaba a la ciudad de México luego de una visita a Sonora a bordo de un avión de Aeroméxico.
Varios políticos locales que lo vieron documentarse lo esperaban ansiosos en la sección Premier para saludarlo esperando tener la suerte de llevarlo como compañero de asiento a quien era considerado como uno de los aspirantes presidenciables más sólidos.
Luis Donaldo los saludó amablemente de mano y se siguió de frente hasta un asiento lejano en clase turista. No le vimos escoltas ni comitiva que lo acompañara.
En enero de 1993, la entonces gobernadora de Texas, Ann Richards, regresaba de la toma de posesión de William Clinton rumbo a su estado en un vuelo comercial totalmente sola.
Mayor fue la sorpresa cuando a medio vuelo la avizoramos bien dormida en un asiento de ventanilla de la últimas filas de la nave, es decir en la democrática clase económica.
Eran tiempos cuando todavía se veían casos de auténtica austeridad y de respeto y sencillez por parte de los políticos hacia los gobernados.
Desgraciadamente eso quedó en el pasado, especialmente en México en donde los abusos y despilfarros de la clase gobernante son cada día más patéticos por no decir repugnantes.
Lo anterior viene a cuento por la nota informativa que circuló el martes en el portal de Sinembargo con el título de "Grupo Higa mueve por aire a élite del gobierno federal".
Con datos precisos y comprobados da cuenta de contratos por sumas escandalosas firmados entre dependencias federales y el Grupo Higa para dar servicio de transporte aéreo a directivos de distintas dependencias como Banobras, Nacional Financiera y Pemex, entre muchas más.
No hablaremos aquí de los dispendios que ocurren a nivel de los secretarios y subsecretarios del gabinete presidencial quienes viajan a sus anchas en las naves del gobierno mexicano.
Aquí hablamos de aviones alquilados por funcionarios de segundo nivel como el director de Banobras, Alfredo del Mazo Maza, cuya dependencia firmó un contrato por 10.2 millones de pesos para poder viajar cómodamente por el país.
Bancomext que dirige Enrique de la Madrid Cordero pagó otro contrato por cuatro millones de pesos con el mismo propósito y lo mismo hicieron Jacques Rogozinski de Nacional Financiera y el sonorense Alberto Cano Vélez, cuyas dependencias establecieron convenios por servicios aéreos con Higa por 2.6 millones y 6 millones de pesos, respectivamente.
En total el Grupo Higa que preside Juan Armando Cantú Hinojosa, amigo muy cercano al presidente Enrique Peña Nieto, recibió contratos por más de 44 millones de pesos sin necesidad de licitaciones ni concursos.
Dichos contratos se realizaron a través de la empresa filial Eolo Plus que ofrece servicios de "taxis aéreos" en aviones y helicópteros que incluyen servicios de lujo "como catering con champaña y hangar techado en el aeropuerto Internacional de Toluca".
Es también la empresa que fue contratada para transportar al entonces candidato Peña Nieto durante su campaña presidencial.
Estos contratos aéreos son "peccata minuta" si consideramos que el Grupo Higa ha recibido obras y contrataciones por un valor cercano a los 50 mil millones de pesos a lo largo del sexenio.
Sin embargo, ilustran claramente el nivel de ostentación y dispendio al que han llegado los funcionarios públicos de prácticamente todos los escalafones. ¿Cómo creerles, pues, a los políticos y candidatos cuando hablan de honestidad y de un sistema anticorrupción?
SEMANA SANTA
Cuando menos pensamos arribaron los días santos y con ellos la oportunidad de acercarse a la Iglesia y recordar cómo y por qué un hombre humilde y generoso vino a salvarnos del pecado y a enseñarnos el camino de la caridad, la justicia y el amor hacia los demás. Que distinto sería este mundo si hiciéramos caso a las palabras de Jesús y siguiéramos su ejemplo. Desde luego nunca es tarde para empezar.
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