Injusto. Los jornaleros son contratados en campos que pertenecen a empresas nacionales y extranjeras.
Cuando Margarito Rodríguez giró la mirada, la máquina ya estaba sobre la cabeza de su sobrino, de 6 años, y quien igual que él también cumplía la jornada laboral en un campo agrícola de Jalisco.
El joven de 26 años, originario de la Costa Chica de Guerrero, recuerda el accidente de su sobrino, en 2011, como una de las experiencias más amargas que ha enfrentado desde que tenía 9 años, cuando comenzó a migrar a Sinaloa, acompañado de su familia, para trabajar en los campos agrícolas.
"La máquina atropelló al niño. Lo atendieron en el hospital, pero quedó con algunas lesiones. Mi hermana y su esposo querían demandar al patrón, pero en la Procuraduría de Justicia le dijeron que no había delito que perseguir y que al contrario, el patrón les estaba ofreciendo 10 mil pesos para que ya se regresaran al pueblo y para los gastos del camino", narró ayer el joven, quien llegó al DF para denunciar junto a organizaciones civiles la falta de atención a la población jornalera.
Consciente de las difíciles condiciones laborales en los campos agrícolas, Margarito ha migrado de estado en estado pasando por Sinaloa, Chihuahua, Jalisco, Michoacán, Sonora y ahora se prepara para ir a León, Guanajuato, para la cosecha de chile serrano y jalapeño.
"Es echarle ganas para poder ganar siquiera 150 o 200 pesos al día. No parar hasta que se llenen los camiones", contó.
Organizaciones de derechos humanos denunciaron ayer en conferencia de prensa que a nivel nacional existen más de 2 millones de jornaleros agrícolas que trabajan en condiciones de explotación y abusos en 19 estados del país.
Por ello, demandaron la creación de políticas públicas que garanticen la incorporación de este sector al IMSS y que las autoridades de los tres órdenes de Gobierno implementen esquemas de mejores condiciones laborales.