En menos de tres años, de enero de 2013 a junio de 2015, la deuda neta interna del Gobierno federal ha aumentado considerablemente al pasar de 3.7 billones de pesos a 5.03 billones, representando un crecimiento de 35.7% en el saldo de deuda. Al día de hoy, la magnitud del endeudamiento interno equivale 107% de la recaudación estimada en el presupuesto de ingresos de 2015, con lo que prácticamente se tendría que destinar toda la recaudación del año para extinguir el monto de deuda.
La deuda de las entidades federativas sigue un comportamiento similar. Durante el mismo período tuvo un crecimiento de 17.3% y hoy la deuda estatal representa 84% de las participaciones a estados y municipios presupuestadas en la Ley de Egresos de la Federación de 2015. En menos de tres años, algunas entidades federativas han aumentado de forma importante el tamaño de su deuda. Tal es el caso de Morelos, que tuvo un crecimiento de 95%; Oaxaca, 87.4%; Chihuahua, 80%; Campeche, 50%, y Quintana Roo, 47%.
El elevado crecimiento en la deuda interna de México durante los últimos años refleja, por un lado, las condiciones más laxas en el costo del dinero que han prevalecido en los mercados internacionales a partir de los episodios recesivos en las economías avanzadas, lo cual ha sido aprovechado por el gobierno para contratar más deuda con mayores plazos. Por otro lado, también es reflejo del bajo crecimiento de la recaudación tributaria, así como de menores ingresos procedentes por la venta de petróleo. En lo que va del presente año, la recaudación federal participable disminuyó 1.4% con respecto al primer semestre del año anterior y los ingresos petroleros disminuyeron 38%, con lo que los requerimientos de financiamiento del sector público aumentaron 32%.
Si en septiembre de este año, como espera la mayor parte de los analistas, la Fed lleva a cabo el aumento de sus tasas de interés, el Banco de México comenzará a su vez a aumentar gradualmente su tasa de referencia, lo que se verá reflejado en el conjunto de tasas internas, con objeto de mantener el diferencial de tasas externas e internas en un nivel constante. El efecto inmediato del alza en las tasas de interés será el aumento en el costo del financiamiento de la nueva deuda, que implica que una mayor parte de los presupuestos gubernamentales, así como del Gobierno federal, tendrán que destinarse a pagar sólo los intereses de la misma.
Durante 2014, tan sólo el pago de intereses y comisiones de la deuda representó el 6% de los ingresos presupuestarios del sector público federal. De continuar con la tendencia en el crecimiento de la deuda y con tasas de interés más altas a finales de 2015 y 2016, el solo pago del servicio de la deuda podría llegar a consumir el 10 % de los ingresos presupuestarios del país.
En el mediano y largo plazos la situación podría ser más delicada. Se espera que al menos durante 2016 continúe la baja en los precios del petróleo y, si la economía no logra imprimir un mayor dinamismo, los ingresos tributarios tampoco crecerán, por lo que el gobierno requerirá aumentar su nivel de endeudamiento para alcanzar sus objetivos de políticas públicas. Deuda que deberá contraer a tasas más elevadas que las que actualmente prevalecen en el mercado y con ello el servicio de la deuda será mayor.
El aumento de la deuda interna de México refuerza la necesidad de implementar una nueva reforma hacendaria integral, con objeto de aumentar la recaudación tributaria del país, que hoy en día es bastante baja, pues representan sólo el 10.5 % del PIB, mientras que en promedio en los países de la OCDE es de 34 % y en América Latina es de 18%.
Hoy en día las autoridades están dirigiendo sus esfuerzos a la reforma energética, pero para asegurar la sustentabilidad de las finanzas públicas en el largo plazo, así como para evitar caer en los problemas del superendeudamiento que vivimos durante los años 82 y 94, pero ahora agravado por el marco de una guerra financiera mundial se requiere una mayor recaudación tributaria que sólo podrá darse a partir de dos premisas: El aumento en la base de contribuyentes y un mayor crecimiento de la actividad económica.
¡No tropecemos con las mismas piedras, ya lo hemos vivido antes; el superendeudamiento nos ha costado comprometer nuestra soberanía económica!
* Presidente de Consultores Internacionales, S.C